Blanca de Borbón José de Espronceda Blanca de Borbón José de Espronceda PERSONAJES DON PEDRO EL CRUEL. ENRIQUE DE TRASTAMARA, su hermano Bastardo. GARCÍA DE PADILLA. Consejero del rey. CASTRO. Caballero. DON HERNANDO. Viejo. PRIMER CABALLERO que habla. SEGUNDO CABALLERO. TERCER CABALLERO. DON TELLO. Alcaide de la prisión de Blanca. ABENFARAX, asesino. Su carácter marcado: la estupidez y la ferocidad. BLANCA, esposa de don Pedro el Cruel. LA PADILLA, su manceba. LA MAGA, madre del asesino. LEONOR, hija del alcaide. Acto primero ESCENA I El teatro representa un cuarto de la prisión de Blanca, con dos rejas de hierro en el fondo y dos puertas, una a la derecha y otra a la izquierda de los espectadores. BLANCA y DON TELLO. Varios SOLDADOS requisan las rejas y se oye a lo lejos música y el siguiente coro: Honor al valiente, Loor a las bellas, Volad, caballeros, La lid os espera. Los fieros encuentros Las damas recelan, Y allá entre sí mismas El triunfo os desean. Honor al valiente. Loor a las bellas. (Siguen vivas y ruidos del pueblo que van poco a poco alejándose.) DON TELLOLas voces suenan en la alegre fiesta Del nuevo infante, que la gloria aviva Y el contento del rey, cual nueva joya De la rica corona de Castilla. Todos festejan hoy, todos gozosos Al rey proclaman en ardientes vivas. Soldados, pronto, requerid las rejas; Nos aguarda el placer. BLANCA ¡Fatal desdicha! En medio el gozo, que decís que reina, Cuando mi esposo entre placeres brilla, Yo sola gimo y para siempre cubre Negra noche de horror el alma mía. ¿Un infante, decís? DON TELLO Un noble infante, Hijo feliz de la feliz Padilla. BLANCA¡Ah, para siempre me olvidó el impío! Siempre esclavo feliz de sus caricias, En brazos, ¡ay!, de esa mujer perversa El vivirá, mientras que yo afligida En perpetua prisión yaceré siempre, Entregada al horror que aquí me inspira. Hasta mi vida misma. Y ella en tanto Feliz será: cuando gozosa ría, Verá corresponderla al mismo tiempo En los labios de Pedro la sonrisa; Si ella derrama lágrimas... ¡Dios mío! ¡Nunca su mano enjugará las mías! DON TELLO(Con aspereza.) Nunca castiga Dios sin que el delito Haga el rayo brillar de su justicia. BLANCADios mirará piadoso mi inocencia: Que yo, infeliz, no provoqué su ira. DON TELLOVos blasfemáis de Dios. BLANCA Tened, Don Tello: Mostrad respeto a la desgracia mía: Ya que la triste que tu lengua ultraja, Que fue tu reina desleal olvidas, Al menos, ¡ah!, cual castellano noble, Con una dama usad de cortesía. DON TELLO¡Cortesía! ¿Y con quién?... Callaré y basta (A los soldados.) ¿Están las barras dobles? La alegría Salgamos a gozar que en tanta fiesta Del pueblo entero el corazón anima. (Vase con los soldados por la derecha y entra LEONOR por la izquierda.) ESCENA II BLANCA, LEONOR LEONORMi padre se alejó; ya en fin respiro Y la reina llorando... ¡Qué abatida La desdichada está! (A BLANCA.) ¡Triste señora, Ni un momento de paz! BLANCA Dulce hija mía, ¿Eres tú mi Leonor, tú, mí consuelo En mi amargo pesar? Sola tú alivias De mi suerte el rigor. ¿Lloras? Tu llanto, Dulce Leonor, mi corazón reanima. Yo perdono a tu padre: no es culpable El que obedece, no. LEONOR Mas, ¿qué os agita? Nunca cual hoy os vi tan angustiada, Nunca en tan cruda y mísera agonía. La crueldad de mi padre, la insolencia, Ese cuidado eterno que le excita A cerrar, a observar, que le arrebata El sueño y la quietud, tan abatida No os pusieron jamás: noble firmeza, Noble resignación os sostenía. BLANCASecas las fuentes ya de la amargura Y colmado el rigor de mi desdicha, Yo, querida Leonor, necia pensaba Que el vaso amargo de la suerte impía Había agotado ya: que tantas penas, Tanta crueldad, a fuerza de sufrirlas, Eran ya para mí leves pesares, Que ni arrancarme lágrimas podrían. Mas hoy renuevan su fatal martirio, Hoy renacen en mí, mi pecho agitan Con la misma violencia, el mismo imperio Con que me atormentaron aquel día, Cuando lejos del rey, ya para siempre, Hallé mi dicha y mi quietud perdida. ¿Iba con ella, di, Leonor, le has visto? LEONORSí, yo he visto hoy al rey; su frente altiva, Coronada de plumas ondeantes, Al leve soplo de la blanda brisa Sobre otros mil guerreros se elevaba En medio del palenque, allí blandía El asta formidable, y a los rayos Del sol naciente deslumbrando, ardían Sus relucientes armas. Los relinchos De cien caballos, los ardientes vivas, El rumor del concurso, enajenaron Mis ojos un momento. Entristecida Yo los volví después a vuestra cárcel, Y en medio de la pública alegría Se cubrieron de lágrimas. ¡Dios mío! Bizarro estaba el rey, pero a su vista, no sé por qué me estremecí; sus ojos Yo no sé qué terror, qué espanto inspiran, Que tiemblo siempre al verlos. BLANCA ¿Y ella, dime? LEONORElla también allí, la de Padilla, Orgullosa, arrogante se mostraba Coronada de perlas; elegida Reina de la hermosura y los amores Por vuestro esposo infiel, ella ceñía La sien del rey con orlas de laureles, Recibiendo gozosa sus caricias. BLANCACalla, calla por Dios; dulce me fuera, Más que vivir así, la muerte misma; Leonor, dime: ¿después?... LEONOR Yo suspirando Volví luego a llorar vuestra desdicha, Sin querer ya ver más. BLANCA ¿Y qué? ¿Ninguno Ya se acuerda de mí? ¿No se lastima Ninguno de mi suerte? ¡Desgraciada! El que adoraste más, ese te olvida. LEONORNo todos, no, que acaso el descontento También en medio a los placeres brilla Y algunos hay que, con atentos ojos, Las rejas de esta fortaleza miran, Y os nombran suspirando. Oculto un joven En derredor de este castillo gira En la noche callada: yo, mil veces, Extático le he hallado, con la vista Fija en estas murallas, contemplando Siempre este sitio en ansia pensativa. Él me ha hablado tal vez; mi mano entonces Por vos al preguntarme retenía, Y alguna ardiente lágrima brillaba Acaso de sus ojos desprendida. BLANCA¡Inútil compasión! Tal vez la muerte, Si le observan aquí, sus pasos siga. No, mi amada Leonor; si a verle vuelves, Dile que huya. LEONOR El infeliz decía Que si estimaba yo vuestra ventura Le diese entrada en vuestra cárcel misma Un momento no mas, y yo he ofrecido Hacerle entrar hoy mismo. BLANCA ¿Tú, hija mía, Te has de exponer también, tú has de arriesgarte? No, mi dulce Leonor, mi única amiga, Si te apartan de mí... Tu padre acaso... LEONORMi padre allá en la fiesta se confía. De sus guardias no más, que entre el bullicio Entretenidos, su deber descuidan, Vuelvo a buscarle, sí. (Vase.) ESCENA III BLANCA, sola ¿Leonor, qué haces? ¿Y quién sabe quién es, ni quién podría Acordarse de mí, cuando encerrada Hace ya tanto tiempo, en mi desdicha Nunca en esta prisión ha penetrado Ni un rayo de esperanza fugitiva? ¡Cielos! Si Enrique... Es imposible, Enrique Desterrado, infeliz, incierto gira, Devorando su amor en el silencio, Errante acaso en extranjero clima. ¡Y si él fuera, tal vez! Si arrebatado De su loca pasión... Si se imagina Valerse, oh Dios, de mi infelice suerte... ¡Ah! No, nunca, jamás, la suerte impía No cambiará mi corazón. Su hermano, Sólo a su hermano adoraré rendida, Ya sepultada en negros calabozos, Ya víctima infeliz de su injusticia. Es mi fatalidad: siempre he de amarle. Amarle a mi pesar. ESCENA IV BLANCA, LEONOR, ENRIQUE, embozado LEONOR Entrad, propicia Nos es la suerte: si mi padre llega, Yo al punto advertiré. (Vase.) ENRIQUE ¡Dichoso día! Al fin te encuentro, idolatrada Blanca. BLANCA¡Enrique! ¡Oh Dios! ¿Y tú te sacrificas Generoso por mí? ¿Qué intento ahora Pudo traerte hasta mi cárcel misma A aumentar mi inquietud? ¿Acaso, Enrique, No conoces tu riesgo? ENRIQUE Tranquiliza, Blanca, tu corazón: mi único intento Es salvarte o morir: toda mi dicha, Mi ventura mayor cifro en salvarte. Salvarte, sí, para que Enrique viva. Este déspota atroz, ese inhumano Tigre, que en ti furioso se encarniza, Salva de su furor, libre ha de verte Cuando mas en sus garras te imagina. Prófugo, en mi destierro yo he llevado Siempre tu imagen en mi mente fija, Y entregada al dolor, en triste cárcel, Contino ante mis ojos te veía; Por ti, gozoso en el mayor peligro Me lanzaba con ávida codicia, Por ti, contra mi rey, contra mi hermano, Fiero empuñé la espada vengativa, junté guerreros, me arrojé al combate, Luché con él en desigual porfía: La suerte en las batallas caprichosa, Mostróse a mis valientes enemiga. Entonces, ¡ah!, mis odios, mi venganza, Mi rabia, cual jamás sentí encendida Roer mi corazón, no me es bastante. El nombre de traidor que me designan Es para mí un blasón. ¡Ah! Si es forzoso Para salvarte arrebatar su vida, Quiero añadir al nombre de rebelde El título también de fratricida. BLANCA¡Cielos, Enrique! ¿Adónde despeñado La cólera te arrastra? Tú deliras: Huye, Enrique, por Dios. ¡Ah! No conoces Cuánto se arriesga hasta mi vida misma Si el rey descubre tu imprudente arrojo. ¿Quién sabe si ahora mismo cien espías Te han conocido ya, siguen tus pasos, Te cercan, oyen, si pendiente brilla Sobre tu propio corazón la daga Que a asesinar a entrambos se destina? ENRIQUEPrimero yo la enclavaré en el suyo. Oyeme, Blanca: mi dolor respira Sólo venganza; la ternura, el fuego En que otro tiempo el corazón me ardía, Esta insaciable sed los ha trocado Ya en desesperación. ¡Ah! ¿Tú creías que era sólo por ti? ¿Tal vez pensabas Que esta pasión que el alma me domina Me la inspirabas tú, tú únicamente? No, Blanca, no, que por venganza gritan Madre y hermanos por mi hermano muertos, Y el seno dejan de la tumba fría, Sombras inexorables: mis furores No has encendido tú; la saña mía, Horror tan negro, tan funesta llama... Es imposible, no, tú no la inspiras. BLANCABasta, Enrique, no mas: yo le idolatro: Yo a mi pesar le adoro, aunque me oprima Y me desprecie y me abandone. ENRIQUE ¿Acaso Yo te hablaba del rey? ¡Oh, Dios! ¡Qué ira! Un astro mismo, sí, cuando nacimos, Blanca, tú y yo, sin duda presidía. Feroz el rey te oprime, te abandona; A una ramera vil te sacrifica... Y tú le adoras, y su nombre odioso Está y su imagen en tu pecho escrita... Y yo, entre tanto, que doquier me vuelvo En torno al mundo la anhelante vista Un solo punto en todo el universo Encuentro para mí: yo, que mi vida Cifrara en poseerlo; yo, arrojado Lejos de allí y opreso de codicia, Como un segundo Tántalo, a mis labios Llegó apenas el agua apetecida. BLANCASí, Enrique, sí, es verdad; los dos nacimos Para ser infelices: destruida Nuestra esperanza está; nunca yo he visto, Desque a tu hermano amé, lucirme un día De ventura y quietud. La blanda calma, Los dulces juegos, la inocente risa, Placer de los amantes venturosos, No halagarán jamás el alma mía. ¡Desdichada de mí! Si acaso busco, Durante el curso de mi corta vida, Momentos de placer, sólo me quedan Tristes memorias de los breves días de mi infancia feliz, tristes memorias Que, acaso más, mi pecho martirizan. Y tú también sin esperanza, Enrique, Por un mísero amor, cual yo, suspiras. ENRIQUE¿Y tú lloras por mí? Blanca, tu llanto Es regalado bálsamo que alivia Mi amargo padecer: jamás mi pecho, Jamás sintió tan plácida alegría. Yo no soy infeliz; yo soy dichoso; La más dulce esperanza me reanima, Yo puedo liberarte, hacer que vuelvas Al seno de tu patria, a las delicias De tu primera edad: tu alma inocente Allí tal vez reposará tranquila. Los años vuelan y el pesar con ellos; Allí se trocará en melancolía, En recuerdo pacífico y sensible, Ese dolor que el corazón te agita. Yo puedo liberarte. Óyeme, Blanca: Aún tengo amigos; Aragón, Castilla, Sevilla misma, auxiliarán mi empresa; Mil descontentos de su rey me brindan Con todo su poder; Lara, Manrique, Sólo esperan mi voz, todos me animan A volver a lidiar... Guerra y venganza Contra mi hermano en su poder respiran. Hoy mismo, cuando salgan del torneo, vendrán conmigo a concertar el día Que debemos romper. BLANCA ¿Y qué...? ¿Mi esposo...? ENRIQUESi es necesario... BLANCA ¡Enrique, me horrorizas! ENRIQUESi es necesario, morirá. Es forzoso Que tú seas libre; ante las aras mismas, Sobre la hostia lo juré. Esta tarde, Al declinar el sol, cuando sombría Tienda la noche su estrellado manto, Yo volveré a avisarte la hora fija En que libre has de ser. Tú, a alguna reja De las que al Betis sobre el margen miran, Atenta esperarás, y cuando un barco Atraviese las aguas cristalinas, La voz del trovador y el son del arpa Te anunciarán cantando mi venida. ESCENA V Dichos, LEONOR, muy apresurada. LEONOR¡Cielos! ¡Mi padre!... ¡Apresuraos! BLANCA ¡Enrique! LEONORAún es tiempo, venid... ENRIQUE ¡Blanca divina! O muero, o te liberto. Adiós. (Vase con LEONOR por otra puerta.) ESCENA VI BLANCA, sola Tu furia Te perderá, ¡infeliz! ¡Ah! Si la dicha Lograra yo de abandonar por siempre Este suelo fatal... Cuál me palpita Entre el temor y la esperanza el pecho, ¿Qué será de mi suerte? ESCENA VII BLANCA, DON TELLO y DIEGO GARCÍA DON TELLO Aquí, García, La inocente tenéis. GARCÍA Basta, don Tello: Ya os podéis retirar. El rey me manda. BLANCA¡Nuevos ultrajes siempre! ¡No hay momento De quietud para mí! GARCÍA Siempre la calma Huyó del criminal. BLANCA ¡Dios! ¿Hasta cuándo La vil calumnia me herirá? ¿No basta, A par del reino, arrebatarme injusto Mi propia libertad, y verme hollada, Lejos del rey que se llamó mi esposo, Por la que ser debiera mi vasalla? ¿No está, tal vez, cansada mi enemiga De verme padecer? GARCÍA Está cansada La paciencia del rey; cuando engañado Cedió otro tiempo a las inicuas tramas Del pérfido Albuquerque, y con su mano Os ciñó la diadema soberana, Nunca pensó que a un tiempo con su esposa La discordia en el reino penetrara. Vuestro alevoso amor con D. Fadrique Benigno os perdonó, cual leves faltas... BLANCA¡Es falso, es falso! La calumnia sólo Pudo inventar iniquidad tan baja. ¿Qué delito, decid, he cometido Para que el rey jamás me perdonara? Yo inocente, ¡ay de mí!, feliz vivía Allá en el seno de mí dulce patria Con mis ilustres padres. Sus heraldos vinieron en su nombre, y cuando ufana Firmemente adorándole, mi dicha Eterna entre sus brazos figuraba, Otra mujer, ¡gran Dios!, ya poseía El único tesoro de mi alma... ¡Y soy yo criminal...! ¡Y él me perdona...! Yo sin razón de su injusticia esclava... GARCÍAYo doy que entonces inocente fueseis, Blanca, ¿y ahora me diréis osada, Si os pruebo yo vuestro reciente crimen, Que es injusta la lengua que os agravia? ¿Tenéis, ahora, el corazón tranquilo? ¿Nada os remuerde la conciencia? BLANCA Nada. GARCÍA¿Nada os reconvenís? Mitad que escucha El Dios de la verdad vuestras palabras. BLANCAEl ve mi corazón. GARCÍA Decid: ¿Si Enrique...? BLANCA(Aparte.) ¡Enrique, oh Dios! GARCÍA Estáis muy agitada, Blanca, calmaos. Al escuchar su nombre, ¿Por que tu corazón se sobresalta? ¿Sabríais acaso de él? BLANCA(Aparte.) ¡Cielos! ¿Podrían Ya saber su intención? GARCÍA(Con sarcasmos.) ¡Ah! Sus desgracias Os conmueven tal vez; tranquilizaos; ¿Qué? ¿No sois inocente? ¿No son falsas Calumnias vuestros crímenes? ¿Y ahora Por qué no respondéis? ¿Acaso os ata La inocencia la lengua? BLANCA(Con dignidad.) ¿Y cómo puedo Responder a denuestos y palabras De escarnio y de baldón? GARCÍA ¿Y es eso sólo Lo que tanto te turba, desdichada? BLANCAMe turba tu insolencia. GARCÍA ¿Mi insolencia? BLANCADe un pérfido cual tú la indigna audacia. GARCÍA(Con serenidad.) Pérfido es el traidor, el vil rebelde Que contra el rey y su señor se alza, El que olvidando su deber, perjuro, Mueve guerra civil contra su patria; El que eleva pendón en vuestro nombre. Y a un vil bastardo por su rey proclama. Pérfida es la infame que promueve Esa vil rebelión, la que en su alma, Bajo el vellón de tímido cordero, Del tigre encubre la traidora garra. ¿Dónde está ese candor, esa inocencia De que tanto os jactáis? ¿Veis esta carta? Ella os alegrará: vuestros amigos Con ella animarán vuestra esperanza. Lástima es que el noble don Enrique No esté reunido ya con los que aguardan Proclamarle por rey, los que anhelantes, Por sólo daros libertad se arman; Los insensatos que el infierno mismo A eterna muerte y perdición arrastra. Vedla y negad después. BLANCA ¡Fatal desdicha! ¡Desventurado Enrique! Mi desgracia Se extiende a ti también. GARCÍA Todo os confunde. ¿No os hallabais acaso preparada A golpe tan fatal? BLANCA ( ¡Ah! ¡Ya respiro! ) No es para mí esta carta. GARCÍANo; esta carta Es Para Enrique. Mas, decid: ¿Acaso No habla siempre de vos? ¿Su confianza No está cifrada en la extranjera hueste Que por su influjo de la Francia aguarda? ¿Qué? ¿No le ofrecen la corona a Enrique? ¿No le ofrecen tu mano, si te salva? ¡Infeliz! ¡Infeliz! Tú, sí, tú misma, A par del suyo, tu sepulcro labras. ¡Mísero Enrique! Acaso se imagina Que el rey ignora su traidora trama, Y mientra oculto aquí necio se piensa, Ya tu mansión, su intento, sus palabras... Todo patente está. Sus enemigos Han penetrado ya dentro su alma. ¿Os turbáis otra vez? BLANCA(Aparte.) ¡Oh, Dios! ¡Si fuese Fingido este papel!... ¡Ah! Si intentara Sorprenderme y saber... Decid, García: ¿Cómo, por quién se os entregó esta carta? GARCÍA¿Dudáis de su verdad? Yo os aseguro Vuestra duda calmar. ¿Veis esta banda? BLANCA¡Teñida en sangre! ¡Oh, Dios! GARCÍA(Con calma.) Prenda de Enrique, Aguilar el rebelde la enviaba, y el triste mensajero la traía Para entregar y acreditar su carta. BLANCA¿Y él mismo os la entregó? GARCÍA(Sin alterarse.) Sin duda, él mismo Nos la entregó, cuando entregó su alma Al infierno también. BLANCA ¡Qué horror! ¡Acaso La misma mano ensangrentada amaga Ya el corazón de Enrique! GARCÍA(Una pausa.) En vano ahora Los hechos negarás con tus palabras: Harto sabidos son y en vano fuera Por más tiempo fingir. Óyeme, Blanca: Tú ves en mí tan sólo un enemigo, Digno ministro de mi altiva hermana; Tú imaginas que gozo en tu desdicha, Que vengo ansioso aquí para amargarla. Pues no, te engañas: mi venida es otra, otro mi intento; tu única esperanza Se cifra en mí no más. Sí, yo he venido Sólo para salvarte. BLANCA ¿Mi esperanza Sólo se cifra en ti? ¡Pérfido! ¿Intentas Deslumbrarme, tal vez? ¡Ah! Tus palabras Son astutas y falsas: son floridas Como el sendero del infierno. GARCÍA Acaba; Desahógate, sí: bastante tiempo Aquí exhalaste en lágrimas calladas Tu penoso dolor. Justo es ahora, Que libre puedas desahogar tus ansias. Óyeme, por tu bien; mayor tormento, Desventura mayor, Blanca, te aguarda, Si no escuchas mi voz. BLANCA ¿Y qué tormento, Qué desdicha mayor, puede mi alma Padecer que tu vista? GARCÍA(Con frialdad.) ¿Qué? La muerte. BLANCAElla me librará de mis desgracias A par de tus insultos. GARCÍA No; la muerte Yo sé que acaso el infeliz la ansía. Sé que jamás se estremeció turbado Un corazón valiente al arrostrarla. Mas no es la muerte por que el triste anhela El espantoso fin que te amenaza; Es la muerte cruel, ignominiosa, Lenta, bárbara, atroz, acompañada De tormentos horribles, de agonía, Cubierta del oprobio que arrebata Hasta el placer efímero, muriendo, De inspirar compasión, la que acompaña La amarga pena de dejar al mundo Indigna, vil y sempiterna fama. Tú, ante tus ojos, mirarás a Enrique Morir penando en angustiosas ansias, Mientras maldita por el pueblo entero Como adúltera... BLANCA ¡Oh, Dios! ¡Ah! ¿No bastaba La muerte sólo por castigo mío? ¿Era forzoso, aún, añadir la infamia? GARCÍAHe aquí la muerte que te espera, muerte Que aún, puedes evitar: tus dulces gracias, Tu amable juventud, tu desventura, Todo en mi corazón por ti me habla. Tú amas a Enrique; pero Enrique en vano Presume libertar la que idolatra. Tú tienes ambición; tal vez deseas Lograr del rey y tu rival venganza, Volver de nuevo al esplendor perdido Y el cetro augusto asegurar de España. Yo te puedo auxiliar; triunfo y corona Partiremos los dos: yo te amo, Blanca. Todo lo ignora el rey; yo, únicamente, Sé donde Enrique está, sé de esta carta, Y nunca al rey la mostraré, si ofreces Callar, ceder, cumplir con mi demanda; Y yo te doy la libertad, la vida, Mi corazón... (Se acerca a BLANCA y trata de arrebatarle una mano.) BLANCA(Con dignidad.) Jamás. GARCÍA(Con frialdad.) Cálmate, Blanca; Siento piedad por ti, tú eres hermosa, Y la muerte es cruel; tal vez mañana Serás cadáver ya; sí, considera Tu respuesta mejor; cálmate, Blanca. BLANCATranquila estoy: mi corazón, García, Sólo se turba atónito a tu infamia. ¡Huye, monstruo, de mí! GARCÍA Blanca, ¿deliras? Piensa en las dichas que el vivir te guarda; Piensa que están tu libertad, tu vida, Pendientes de mi voz: tiembla, si agravias Al que te ofrece tanto. Un solo premio, Y el trono mismo ocuparás de España, Augusta Reina, independiente, libre; Yo te lo juro por mi honor y espada. Ya no exijo tu amor, tu nombre ahora Sólo exijo de ti; cédeme, Blanca: Aquí la dicha y el placer te esperan, Allí la muerte y el dolor te aguardan. Nada hay ya que dudar: elige y tiembla. BLANCATu odiosa vista con horror me espanta, Tu corazón está más corrompido Que el aire del sepulcro. ¡Alma villana! Vuélvete al rey, inventa tus calumnias, Cubre mi nombre con eterna infamia, Y apresura mi muerte: yo no tiemblo. GARCÍATú, pues lo quieres, morirás. Mi alma He mostrado ante ti; la muerte sólo, Una vez dicho, mi secreto guarda, Si alguno lo escuchó. BLANCA Basta, García; Basta de insultos ya. (Vase.) ESCENA VIII GARCÍA Sí, Blanca, basta; Y, pues lo quieres tú ¡morirás! Tu muerte Lisonjeará el orgullo de mi hermana, Y al ver a Enrique perecer contigo Yo gozaré cumplida mi venganza. ¡Morirás! ¡Morirás!... ¿Sois vos, Don Tello? ESCENA IX Dichos y DON TELLO DON TELLOUn hombre ahora encapotado acaba De salir del castillo. Entre los bosques Le vi perderse con ligera planta; Quise en vano seguirle. Aún no he podido Conocer cómo entró. Todos los guardias Niegan haberle visto. GARCÍA Bien; dejadle, Y si vuelve otra vez... Enrique vaga Siempre alrededor de aquí. Vuestra cabeza Responde al rey de la prisión de Blanca. Adiós, Don Tello. (Vase.) DON TELLO Sí: ya te he entendido; Yo doblaré mi celo y vigilancia, Y si intentan librarla, yo te juro Que antes muerta tal vez podrás hallarla. Blanca de Borbón José de Espronceda Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000 Blanca de Borbón José de Espronceda Acto segundo Un salón del Alcázar de Sevilla, adornado de una columnata morisca que termina en un jardín en el fondo del teatro. (Adorno de la época.) ESCENA I LA PADILLA, GARCÍA GARCÍASí, no lo dudes; pronunció tu nombre Con orgullo y desdén. «En vano intenta Mi enemiga humillarme -dijo altiva-; Ella es súbdita, al fin, yo soy su reina.» LA PADILLA¡Mi reina! ¡Sí, mí reina! Su arrogancia Es la del necio que apagar quisiera El resplandor del sol de un leve soplo. ¿Y aún osa en su prisión llamarse reina? GARCÍA¿Y acaso no lo es? ¿Qué? ¿Te imaginas, Tal vez que lo eres tú? ¡Mísera, tiembla! Tiembla que el rey se reconozca un día, Y a ti te olvide por amarla a ella! Blanca es su esposa al fin. LA PADILLA ¡Ah, sí! ¡Su esposa! ¡Y yo...! ¡Yo, sólo soy...! GARCÍA Tú, su manceba. LA PADILLA¡Calla, lengua infernal! GARCÍA ¿Tanto te irrita Escuchar la verdad? ¿Acaso piensas Que, allá en tu pecho, tus amigos mismos De otro modo que yo te consideran? ¿Que te dan otro nombre? No, te engañas; Si ellos te adulan hoy, si se prosternan Ante tus pies, cual cortesanos viles, No menos te abominan y desprecian. Amarga es la verdad; mas yo, tu hermano, Yo, que te puedo en la difícil senda De la corte guiar, yo no te amara Si revistiese de oropel mi lengua. Si cuando al lado del monarca mismo Brillabas sola en la pomposa fiesta, Dama del rey te titulaba el pueblo; Y para más ajar nuestra soberbia, Por nombre vil te llaman La Padilla, Mientras a Blanca la titulan reina. LA PADILLAY bien, ¿qué importa? A su despecho mismo El polvo de mis pies humildes besan. GARCÍA¡Guarda, no sea bajo el suyo un día Te sepulten tal vez! LA PADILLA Míseros tiemblan A mi vista no más; ¿y osar podrían?... GARCÍATodo osarán, si a despertarse llegan Del letargo en que están, y Blanca entonces, Libre, aclamada por Castilla entera... LA PADILLA¡Oh, Blanca! ¡Blanca! ¡Aborrecido nombre! Siempre en mi oído con espanto suena. GARCÍACon más espanto sonará algún día, Cuando humillada ante sus pies te veas Y al pronunciar su labio tu castigo, Llorosa implores su fatal clemencia. LA PADILLA¿Yo implorar su clemencia? ¿Yo postrada Al pie de mi rival? ¿Yo, su insolencia, Su escarnio he de sufrir? ¡Mil veces antes Padezca yo las incesantes penas Del mismo infierno, al filo del cuchillo Entregando yo misma mi cabeza! GARCÍAEnrique oculto aquí... LA PADILLA ¿Qué escucho? ¿Enrique? GARCÍASin duda, él mismo. ¿Pero qué? ¿Te aterras Sólo de que esté aquí? ¿Qué? ¿Te sorprende? LA PADILLA¿Cómo? ¿Y adónde está? GARCÍA ¿Tanto te inquieta Saber adónde está? ¿Tú no burlabas Hace un momento de él? ¿Por qué ahora tiemblas? ¿Temes a un miserable? LA PADILLA ¿Yo temerle? Nunca temió el león en su caverna Al cordero infeliz, que osó atrevido Penetrar en su umbral. GARCÍA No; mas si fuera Enrique ahora el cazador astuto, Que vigilante sin cesar le acecha... Si él intentara sorprenderte... LA PADILLA Entonces Su propia sangre pagará su ofensa. GARCÍAAntes que llegues a saber tu riesgo, Abatirá su mano tu soberbia. ¡Insensata mujer! Piensa que Enrique Adora a Blanca, que elevarla intenta Al trono de tu amante, que te odia, Que ya Castilla en su favor se apresta, Que él ansía sólo libertar a Blanca Para ofrecerte en holocausto a ella; Y es necesario... LA PADILLA(Con ansiedad.) ¿Qué? GARCÍA Sacrificarlos A nuestro bien, nuestra quietud: que mueran. LA PADILLA¿Pedro consentirá? GARCÍA ¿Pedro? Su muerte Es lo que más su corazón desea. Pedro aborrece a Enrique. LA PADILLA ¿Y sus amigos? GARCÍAUno, no más, mi previsión recela: Castro impaciente, belicoso joven Ansioso ahora de vengar su afrenta Y la oprobiosa muerte de su hermana Que el monarca engañó. Castro no piensa Sino en vengarse, o perecer. Su arrojo, Su orgulloso valor, su independencia Fueran temibles, si imprudente él mismo No ya el camino de su muerte abriera Con su loco furor. LA PADILLA ¿Y tanta sangre...? GARCÍA¿Aún no estás acostumbrada a verla Continuo derramar? Bastantes veces Pedro, tu mismo amante, en tu presencia La hizo correr; elige ahora: Verter la tuya, o derramar la ajena; Vivir humilde y despreciable a todos, O ser de todos absoluta reina. LA PADILLADeterminada estoy. El rey, García. ESCENA II Dichos, EL REY, HERNANDO y acompañamiento EL REY¿Por qué, María, en tu semblante muestras Señas de turbación? Tú, que gozosa Hoy fuiste gala de la alegre fiesta, Hora con triste faz... Habla, responde. LA PADILLALa traición contra ti su dardo asesta. EL REY(Sonriéndose con desdén.) ¿La traición contra mí? Tu fantasía Engaña tu razón; los que se atrevan En mí a fijar sus ojos enemigos, Fíjenlos sin temor; di: que perezcan. HERNANDONo os sorprendáis, señor, de sus temores; Un dulce miedo la hermosura aumenta. LA PADILLAOye, Pedro: no frívolos recelos De un miedo mujeril mi pecho encierra. Cercado está tu trono de peligros, Y oculto acero la traición apresta. EL REYÉl volverá contra el cobarde pecho Del que ose alzarlo, cuando brille apenas. GARCÍAPensad, señor, que con atento oído El consejo que dicta la prudencia Debe escuchar un rey. EL REY(Con altivez.) Un rey tan sólo Debe escuchar su voluntad suprema. GARCÍAVuestro interés, el bien de vuestro reino, A hablar sin miedo la verdad me fuerzan; Me son más caros que mi vida misma. Si os causa enojo lo que sólo prueba Fidelidad y amor, si os hiere tanto La audacia de un vasallo y su firmeza Al hablar la verdad, alzad el brazo Y al punto yo vuestro castigo sienta: Mas antes pido que me oigáis. EL REY García, Esas palabras arrogantes templa; ¡Piensa que hablas al rey...! GARCÍA Nunca mi labio Disfrazar supo la verdad austera. EL REY(Arrojándose a él.) ¡Traidor! ¿Y osas a mí...? LA PADILLA Señor, teneos. Perdonadle, señor, ¡ah!, si me amas, Si de una amante tímida las quejas Pueden mover tu corazón altivo, Ya que tu propio bien no te conmueva, Óyele por mi amor: cuando le escuches Premiarás su lealtad. EL REY Basta; sosiega, Hermosa, tu inquietud. GARCÍA Rey de Castilla, Vuelve la vista al riesgo que te cerca, Contra el que todo tu poder sería Ahora nada sin mí: vuélvela y piensa Si habrás de oír al que a tus propios ojos Su celo y tu peligro te presenta. EL REYDi lo que has de decir; cansan, García, Frívolas y atrevidas advertencias. GARCÍAEs un misterio; retirad la corte. EL REYDejadnos solos; alejaos. (Vanse los cortesanos.) LA PADILLA Mis penas Compadece, señor; por ti yo vivo, Guarda por mí la vida que desprecias. EL REYYo sabré defenderte. ¡Miserable De aquel que insano contra ti se atreva! (Vase LA PADILLA.) ESCENA III EL REY, GARCÍA (EL REY, como indiferente al principio.) GARCÍARey de Castilla, la verdad escucha. Mientras que en medio de pomposas fiestas, Augusto rey, en tu opulenta corte, Al dulce sueño del placer te entregas, Maquina la traición, y acaso el rayo Está pronto a estallar; Castilla entera Levanta ya su bélico estandarte En favor de un rebelde, las revueltas Tornan a renacer, y aun aquí mismo Blanca en su cárcel con amigos cuenta, Mientras que Enrique... EL REY(Interrumpiéndole muy furioso.) ¡Enrique! GARCÍA Enrique ahora Trama aquí mismo levantar la guerra. EL REY¿Dónde se oculta, di? ¡Pronto! Responde. Morirá al fin, pues en morir se empeña. GARCÍAAquí le ha descubierto un moro esclavo Que sus intentos de continuo observa, Y hoy sorprendió a un rebelde mensajero Del traidor Aguilar; en lid sangrienta Con él luchando, le arrancó esta carta. EL REY(Tomando la carta sin leerla.) Hazle venir a mi presencia: es fuerza Que yo mismo le hable, es necesario Ya que Enrique me busca, que me vea. GARCÍA¿Y qué, señor, pensáis...? EL REY Tráeme ese esclavo; No me fatigues más. (Vase GARCÍA.) ESCENA IV EL REY, solo(Muy agitado.) ¿Y qué? ¿Mi ofensa No he de vengar yo mismo? ¡Miserable! Un vil bastardo arrebatarme intenta Mi trono y mi poder. ¡Ah! Yo le juro: Yo anegaré en su sangre su soberbia. ¡Mi hermano...! Sí; mi hermano... Cuando ahora Dentro en su corazón mi espada sienta, Cuando yo mismo sus entrañas rasgue, Cuando expirar en su dolor le vea... Entonces yo le nombraré mi hermano. ¿Y Blanca? Blanca... el insensato piensa Libertarla. ¡Infeliz! Entre tus brazos Yo te la arrojaré, sí; pero muerta. ESCENA V EL REY, GARCÍA y ABENFARAX, vestido de un marsellés, una faja, un puñal, calzones anchos, la pierna desnuda y babuchas moriscas. Rudo y bárbaro en su apostura. GARCÍAHe aquí, señor, el que vigila a Enrique. EL REY¿Tu nombre? ABENFARAX Abenfarax. EL REY ¿Cuándo, en qué sitio Le has encontrado, di? ABENFARAX Vile ha dos días Vagando en torno del castillo mismo Donde la reina está. EL REY ¿Le conociste? ABENFARAX(Con estupidez.) No; mas mi madre, la potente maga De la caverna del espectro, dijo Que el hombre aquel que pareció ocultarse, Era hermano del rey. EL REY ¿Y tú has seguido Siempre sus pasos desde entonces? ABENFARAX Siempre (Sonriéndose ferozmente.) Y tuve ya dos veces el cuchillo Puesto a su corazón cuando dormía. EL REY¿Y qué te anima tanto a perseguirlo? ABENFARAXLa sed de sangre, y alcanzar tu premio. EL REY¿Y el mensajero de Aguilar? ABENFARAX(Con sonrisa.) Tendido Quedó en el campo; el golpe de mi daga Siempre en el corazón halla el camino. ¿Cuánto me pagarás si te presento Manando sangre el de tu hermano mismo? GARCÍA¡Abenfarax, respeta a tu monarca! ABENFARAXVosotros, cortesanos, sus caprichos Aduláis con palabras; yo tan sólo Sé con sangre adular. EL REY Tiembla, asesino, Tiembla, no sea que te dé mi mano El premio que merecen tus delitos. ABENFARAX¿Es un crimen servirte? EL REY ¡Miserable! Servirme es tu deber. Junto al castillo Esta noche estarás en tu caverna; Yo iré allá solo y llevarásme al sitio Donde habita el traidor. (Aparte.): El me buscaba; El me hallará, le acortaré el camino. Déjame, Abenfarax. (Vase ABENFARAX.) ESCENA VI Dichos, menos ABENFARAX, LA PADILLA, LEONOR LA PADILLA ¡Cómo! ¿Y te atreves A alzarte contra mí? ¿Burlas conmigo? ¡Teme mi rabia...! LEONOR Perdonad, señora; Es para el rey; dejadme, yo he ofrecido Entregársela a él mismo. LA PADILLA ¿Y tu osadía Se niega a obedecerme? LEONOR Mi designio Es entregarla al rey. ¡Ah! Perdonadme: Ved, señor, esta carta. (Se la da al REY.) LA PADILLA ¡Ultraje indigno! ¡Carta de Blanca! ¡De tu esposa...! ¿Y dejas Que así se alegre en el tormento mío Esta aleve mujer? EL REY(Con ironía.) ¿Blanca te envía? ¿Pide su libertad? ¿Teme el castigo Que merecen sus crímenes? GARCÍA Sin duda Os dará quejas con dolor mentido, Os dirá ingrato, os hablará de amores Con dolosas palabras de cariño. Por consejo de Enrique... EL REY(Repasando la carta.) ¿Y pide verme? LEONORMuestra, señor, el pecho compasivo, Y oye la voz de tu inocente esposa. Yo os ofendo, tal vez; mas si vos mismo Llorar la vieseis en su triste cárcel, Pálida y abatida, sin alivio En su acerbo dolor, era forzoso Tener el corazón empedernido Para no sentir lástima. En sus labios Se escucha vuestro nombre de continuo. EL REY(Con sarcasmo.) ¿Sólo mi nombre? ¿Y el de Enrique, dime, No la oíste jamás juntar al mío? LA PADILLA¿No te cansas de oírla? ¿No te enoja A par de su maldad ver su artificio? LEONORNo os irritéis; la reina es inocente. No deis, señor, a la calumnia oídos; La reina es inocente; ella os adora; Su amor aumenta su fatal martirio En su negra prisión. Sola, en perpetuo Abandono y horror, nunca el delito, Manchó su alma. Su continuo llanto, Su único pensamiento, sus gemidos, Son tan sólo por vos. ¡Ah!, pide hablaros, Vos, su sola esperanza, si ahora impío Sus quejas desoís... EL REY(Con sarcasmo.) ¡Yo, su esperanza! Bien; me verá: la mostraré yo mismo Su atrevimiento y su maldad. GARCÍA Si acaso Útil creyerais el consejo mío, Temed verla, señor; un alma fuerte Suele tal vez rendirse a los suspiros De una débil mujer. LA PADILLA(Aparte.) Y yo, ¿ultrajada, Habré de verme ante sus ojos mismos? ¡Antes perecerá! EL REY Leonor, ve y dile Que ha descubierto el rey un intento inicuo, Su perversa traición; que ya es inútil Cubrir so el velo del candor fingido Su corazón hipócrita; que es tiempo... LEONORPiedad, señor, piedad; en su martirio Vais a darla la muerte. EL REY Sí, ve y dile Que me verá mañana. LEONOR(Aparte.) ¡Ya rendido A mi súplica está! ¡Mísera reina! Va a endulzar la esperanza tu destino. (Vase.) ESCENA VII Dichos, menos LEONOR EL REYSí, me verá y encontrará su amante Galán y hermoso, cual jamás le ha visto Yo mismo, yo, le mostraré a sus ojos. ¡Oh! Cuán alegre su cadáver frío Contemplará, cuando le mire yerto, Y a mí gozoso y en su sangre tinto. Sí, me verá. LA PADILLA Los celos te arrebatan. ¡Tú la adoras infiel! Sí, tu delirio Es delirio de amor: si tú la odias, Es porque Blanca adora a tu enemigo, Por celos, nada más. EL REY ¿Celos? Yo nunca La amé, ni aborrecí; su suerte ha sido Siempre a mi vista indiferente; ahora Es mi enemiga; justo es el castigo. GARCÍAHarto es penoso su fatal tormento. Muera, si es justo; pero no impasivo Querréis, señor, que la crueldad sentencie, En vez de la justicia, sus delitos. EL REY¿Tú me aconsejas la piedad? ¿Te olvidas Que hablaste del rigor? GARCÍA Rigor benigno, Propio de la justicia. EL REY ¿Y tú imaginas Que debo yo marchar por el camino Que te dignes trazarme? GARCÍA(Muy turbado.) Yo... tan sólo... Intentaba, señor... EL REY ¡Calla! Ya he visto Cual era tu intención. LA PADILLA(Con sentimiento.) ¡Y yo la tuya! ¡Su castigo! ¡Infeliz! ¡Y yo he de verme De esa tu esposa al insolente arbitrio, Posternada a tus pies!... Antes la muerte Terminará el rigor de mi destino, Que verla yo gozando tus caricias, Y árbitra, ¡oh Dios!, del corazón que es mío: Árbitra, sí, del corazón que un día Mi único orgullo y mi ventura hizo, Que era mi único bien. EL REY ¡Cómo! ¿Tú piensas Que postrada a mis pies, débil suspiro, Falso como su alma, me enternezca? Yo sé oponer a frívolos gemidos Un corazón de bronce. LA PADILLA Tú imaginas Que podrás oponerlo; un falso brío Engaña tu razón: Blanca es hermosa Y aun más hermosa la verás; el brillo De su lánguida faz bañada en llanto Realzará su dolor; tú, compasivo, La verás a tus pies, oirás sus quejas, Y, acaso de sus lágrimas sentido, Olvidarás mi amor; y yo, entre tanto, Ya de su orgullo mísero ludibrio, Iré a llorar en su prisión un día Que osé elevar mi pensamiento altivo Al amor de un monarca, en que gozosa, Feliz me contemplé madre de un hijo... Dulce ilusión de mí esperanza; ahora, ¡Hijo infeliz para llorar nacido Con su madre también! ¡Ah! Tú creías Que Blanca, presa y en perpetuo olvido, Jamás podría dominar un pecho Que todo entero imaginaste mío. ¿Tú lo piensas aún? Tú no me amas; Yo he sido sólo efímero capricho De tu inconstante corazón; ahora, Al ver tu esposa que ama a tu enemigo, Los celos se apoderan de tu alma Viendo a tu odioso hermano preferido. Sí, no lo dudes; el amor de Enrique Es a tu vista el único delito Que ha cometido Blanca. EL REY Y bien, mañana Tú brillarás sobre su trono mismo, Al lado de su esposo: ante sus ojos Desplegarás la pompa, el atavío Por que suspira Blanca, y tú, tú propia Decretarás altiva su castigo, Y harás tu voluntad; el reino todo Se postrará obediente a tu albedrío, Y, ¡ay del que osado a murmurar se atreva De la beldad ante quien yo me rindo! GARCÍACastro, señor, el temerario Castro, Intrépido se acerca hacia este sitio. ESCENA VIII Dichos y CASTRO CASTROUn noble ante su rey pide justicia. EL REY¡Justicia! ¿Contra quién? CASTRO Contra ti mismo. EL REY¿Y de qué contra mí? CASTRO ¿Qué? De la afrenta Con que tú propio has empañado el limpio Lustre de mi familia, de la mancha Con que has borrado el esplendente brillo Del ínclito blasón de mis abuelos, Que en vano con mi sangre yo he querido Intacto conservar; del torpe engaño Con que víctima fue de tu capricho La honra de mi hermana. Sí, justicia, justicia ahora contra ti yo exijo. EL REY¡Silencio! Castro, tu furor perdono; Necio, no intentes encender el mío. ¡Yo soy tu rey! CASTRO ¡Mi rey! Yo soy un noble, ¡Yo soy igual a ti! Sí, tan antiguo Es mi linaje como el tuyo; ahora, Si tu lascivia lo dejó abatido, Tuyo es el crimen, la vergüenza mía. Sólo porque eres rey justicia exijo. EL REY¿Y si no fuera rey, habla, qué harías? CASTROYa hubiera hollado tu cadáver frío. EL REYPiensa que no lo soy; no te deslumbre El brillo de mi frente; muestra el brío De que tanto te jactas, ¡miserable! CASTRO¿Yo, miserable? Ven. ¿Mi regocijo Tú no conoces ya? EL REY Yo te prometo Humillar tu altivez. GARCÍA Señor, no es digno De que vos mismo vuestra regia espada En su sangre empañéis. CASTRO(A GARCÍA.) ¡Cobarde inicuo! Tú sí mereces derramar la tuya En un cadalso vil. GARCÍA(Aparte.) (Yo necesito Que tú vivas aún, necio; no es este El precipicio a donde yo te guío.) EL REY¡Cómo! ¿Y aún osas insultar a todos? Tú, delante del rey, osas altivo Su cólera irritar? ¡Mal caballero! CASTROYo, delante del rey, justicia exijo; Tú, por tu voluntad dejas de serlo Y yo, ya igual a ti, tan sólo pido Que decidan las armas. EL REY Bien, las armas Decidirán. Si un hombre en mis dominios Más valiente que yo se figurara... ¡Vive Dios...! LA PADILLA¿Y por qué ciego, al capricho Has de arrojarte de la suerte? Piensa Que eres rey de Castilla, que el destino De un pueblo entero de tu vida pende; Que eres mi único bien, padre de mi hijo Que quedará en la tierra sin amparo, Si tú faltas, señor. CASTRO(Colérico.) Hijo maldito, Que en pecado y deshonra concebiste, Ramera despreciable; si tu brío Contiene una mujer; rey de Castilla, No hagas alarde de él: vuelve en ti mismo, Y abandónala ya: la espada empuña, Al campo corre a batallar conmigo; Allí te vengarás, o mi venganza Satisfecha será con tu suplicio. EL REY(Arrojándose a él.) ¡El tuyo aquí satisfará la mía! (LA PADILLA Y GARCÍA le contienen.) ¿Y vos me contenéis, y así ese inicuo Se ha de burlar de mí? GARCÍA Señor, dejadle. LA PADILLADespreciadle, señor; venid conmigo, No más tiempo escuchéis sus demasías. EL REY(Retirándose entre GARCÍA Y LA PADILLA como a despecho suyo.) ¡He de arrancarte el corazón yo mismo! ESCENA IX CASTRO, soloAnda, cobarde, más para verdugo Que para el cetro y el poder nacido. ¡Tiembla! Mil brazos se armarán; mi furia Encenderá la guerra en tus dominios, Guerra cruel, interminable, eterna, Guerra de maldición: en sangre tinto Tú me verás ante tu propio trono Arrojarme a matarte. Sí, el cariño Goza de tu manceba; mi venganza Será cruel cual tu delito ha sido. ¡Yo he de hacer ver al asombrado mundo Otro nuevo Julián y otro Rodrigo! ESCENA X HERNANDO, CABALLEROS y dichos. HERNANDOHuye, Castro, de aquí. Pedro me envía, En ira y saña contra ti encendido, Para prenderte. CASTRO ¿Y qué? ¿Piensas, Hernando, Sus órdenes seguir? HERNANDO ¿Y tú, hijo mío, Lo preguntas? Jamás: Huye, no sea Que cumpla su mandato un enemigo Nuestro. CASTRO Yo huiré, para volver más tarde A clavarle un puñal. PRIMER CABALLERO En estos sitios Ha llegado ya Enrique; está dispuesto Todo para romper. HERNANDO ¿Y aquí tranquilos A conspirar os atrevéis? PRIMER CABALLERO La reina Mañana mismo dejará el castillo, Y libre al fin, se asentará en el trono, Que con Enrique cobrará el perdido Castellano esplendor. CASTRO De su venganza Seré yo ejecutor: si mi destino Es perecer vengándome, ¡dichoso Rendiré entonces mi postrer suspiro! Yo daré el primer golpe, yo el primero Me arrojaré a la lid, yo mi cuchillo El primero hincaré. SEGUNDO CABALLERO Nosotros todos Secundaremos tu animoso brío. HERNANDO¡Qué! ¿No tembláis de conspirar ahora, Del rey cruel en el palacio mismo? ¿Queréis hacer vuestro valor inútil, Dando tal vez del alzamiento indicios? Vamos presto de aquí. PRIMER CABALLERO Vamos a Enrique, A libertar a Blanca. CASTRO El asesino De mi hermana caerá; yo os lo prometo. El agravio de Blanca ya es el mío. Blanca de Borbón José de Espronceda Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000 Blanca de Borbón José de Espronceda Acto tercero El teatro representa el campo; a la derecha está el castillo, prisión de BLANCA, con rejas de hierro salientes; a la izquierda se eleva una montaña escabrosa, toda coronada de rocas, entre las cuales, a cierta altura, se ve la boca de una caverna. De la cima de esta montaña, así como alrededor y al lado del castillo, siguen dos bosques dejando un claro por donde se descubre el Guadalquivir. El fondo del teatro es la otra orilla del río. Es de noche y sólo alumbra la luz que arde dentro de la caverna. ESCENA I LA MAGA y ABENFARAX, aguzando un puñal. ABENFARAXMejor después lo aguzaré en su sangre. (Mostrándole el cuchillo a su madre.) ¿No está bastante ya? Pronto en su pecho Ha de hacerse la prueba. LA MAGA No, hijo mío; Tú no le has de matar; su hermano mismo Tiene que asesinarle. ¿No concibes Mi regocijo, cuando Enrique muerto Por la espada de Pedro yo contemple, Al un hermano hollar del otro el cuerpo? ABENFARAXSí, madre, sí; pero su sangre entonces No verás humeando en el acero De tu hijo; ni al dártelo en tu mano; Oiré las carcajadas del espectro Que vaga en la caverna. LA MAGA Cuando Enrique A los pies de su hermano caiga yerto, En las redoblará: yo le he ofrecido Un fratricidio horrible; en el infierno Festejarán al recibir a Enrique, Y aprestarán a Pedro otro festejo. ¡Jamás sentí tan puro regocijo! Ni aunque volviera al fortunado tiempo Cuando, en mi patria venturosa y joven, Libre viví de los cristianos hierros, ¡Tanto gozo y placer sentir pudiera! Es imposible, no; los amos nuestros Entre sí se encarnizan. ¡Ah!, su sangre Al fin mi pecho beberá sediento. Y venganza juré: para saciarla Yo os evoqué, demonios del Infierno, Y vosotros vinisteis, y mi dicha, Mi único gozo, mi mayor contento, Fue cuando vi que, a mi furor sensibles, Un hijo como tú me concedieron: Un hijo en que a mi vista se retrata La propia forma y el semblante de ellos. ABENFARAX(Con alegría brutal.) Tus furores, ¡oh madre!, son mi halago; Son mi mayor placer, cuando te veo Correr el bosque en la sombrosa noche, Con alaridos y horrorosos gestos; Cuando te escucho hablando solitaria Y oigo de los demonios el acento, Entonces yo con júbilo y con risa Contemplo tu furor. LA MAGA ¡Júbilo horrendo Que refresca mi alma! Sí, tu risa Es la luz del relámpago funesto, Precursora del rayo. ¡En tu miseria, Tú, al cabo, eres feliz! Tu horrible aspecto Es terror de los hombres, tu cuchillo De su maldita sangre está cubierto, Goteándola siempre; tu alegría Es verlos a tus pies; hasta el tormento, La furia misma de tu misma madre Es para mí un placer. ABENFARAX Yo te prometo Darle el tuyo también; pronto a ofrecerte Vendré de Enrique o de su hermano el cuerpo, Y, sin ir a excavar las sepulturas Para traerte descarnados huesos, Su vil cadáver palpitante acaso, Servirá a tus encantos. LA MAGA Y otro luego Me servirá también: la del castillo, La que allí gime en miserable encierro, También perecerá. Blanca es cristiana, Y esposa fue del delincuente Pedro. La Padilla, celosa, la detesta, Y aguarda sólo mí fatal consejo Para matarla; sí, Regó ya el día De hartar de sangre mi sediento pecho. ABENFARAXRegocíjate, ¡oh, madre! Yo te juro Traértela también. LA MAGA Allá entreveo Por el bosque una sombra; si es Enrique, Antes que llegue, en la caverna entremos. ABENFARAXSi me dejaras, madre, asesinarle... LA MAGANo; su hermano lo hará. (Entran en la caverna.) ESCENA II LA PADILLA, sola(Aparece por la espalda del castillo.) ¡Qué hondo silencio Reina en la soledad! ¡Qué triste calma! Tal vez el ruido súbito del viento Me hace estremecer. ¡Oh cuánto el crimen Aquí en la soledad remuerde el pecho! No hay voz de cortesanos que lo halague; No aquí lo aplaude el engañado pueblo, Y el grito de la tímida conciencia Se eleva a resonar en el silencio, Más tremendo que nunca, y nunca el día Llega de arrepentirme. Amor funesto, Precipita mis pasos en el crimen; Y yo su senda abandonar no puedo, Y arrastrada por mano del destino La sigo con vergüenza a mi despecho. Pero la sigo, al fin. Tal vez mañana Reciba yo el castigo que merezco. (Se para delante del castillo.) Aquí está mi rival; he aquí su cárcel. ¿Quién sabe acaso si rompió sus hierros, Y, libre al lado de su amante Enrique, Espera ahora recobrar el cetro Que mi amor le robó? ¿Quién, si yo misma Vendré a ocupar el solitario encierro Donde yo la arrojé? Tal vez... ¡Ah! Blanca Al fin inspira compasión al pueblo. Mientras que yo, infeliz, yo únicamente Puedo esperar su escarnio y su desprecio. ¿Y mi hijo? ¡Gran Dios! ¡Ah! Nunca, nunca Yo me arrepentiré, no; consultemos La Maga de estos bosques; sus furores Yo misma igualaré: cólera y fuego Brotará el corazón. ¡Oh!, si es forzoso Perder al fin el esperado reino Y verme puesta a voluntad de Blanca Implorando perdón, yo haré un veneno Que ella habrá de gustar, y ambas entonces Gozaremos al ver nuestros tormentos Moribundas las dos: nuestra venganza Así veremos satisfecha a un tiempo. (Se acerca a la cueva y dice): Maga de la caverna, yo te imploro; Una infeliz demanda tus consejos. ESCENA III LA MAGAdesde la caverna, responde: ¿Quién interrumpe con su grito ahora Mi trabajo infernal? Mujer, tu intento Me es conocido ya; yo sé quién eres; Vienes, Padilla, a consultar mi espectro. ¡No entres en la caverna! LA PADILLA Si mis males Te ha revelado el poderoso genio Que te protege, ¡oh Maga!, sé piadosa, Ten de mí compasión. (Se oye un ruido dentro de la caverna, seguido de una carcajada horrible.) LA MAGA(Dentro.) Inútil ruego. ¡Compasión! ¡Compasión! ¡Ah! Los cristianos Imploran compasión... ¿Y cuándo ellos La tuvieron jamás? Mas tú, María, Eres también querida del infierno, Querida como yo; tú, sí, mereces Llegar a ver cumplidos tus deseos. Ánimo y me verás. (Sale de repente con una antorcha en la mano, desgreñada y como de en medio de las llamas.) ¡Mujer!, qué, ¿tiemblas? Acostúmbrate ya. ¿Ves este incendio...? En él ha de acabarse tu hermosura. Tus gustos, tu poder. ¡Ese es el fuego Que en el infierno abrasará tu alma Toda una eternidad! ¡Qué! ¿Te amedrentas? Acostúmbrate ya; justo, muy justo, Es que corone tu trabajo un premio Digno de tu maldad. ¿Cuándo gozará Placer el triste, si, después de muerto, No pudiera reír del poderoso Y burlar de su angustia? LA PADILLA Esos tormentos Te guarda el cielo a ti. ¡Calla! ¿No sabes Que yo, si irritas mi furor, te puedo Hacer arrepentir? ¿No me conoces? ¿Sabes tú quién yo soy? LA MAGA En ti yo veo La manceba del rey. ¡Desventurada! Tu furia es impotente; mi recreo Es verte así sufrir, verte así humilde Ajar tu orgullo y tu esplendor soberbio ¿Y qué puedes tú hacerme? Tu destino Está en mi mano; en mi poder yo tengo Tu vida, todo; y el monarca mismo, Que humilde pone ante tus pies su cetro Y que te anima a amenazarme, sólo, Cuando tú fueras muerta, con lamentos Te pudiera vengar; tú no conoces Que, árbitra yo de poderosos genios, Trastornar puedo a mi placer el mundo, Hacer dejar sus tumbas a los muertos, Mover tormentas, a mi voz calmarlas, Hacer estremecerse los infiernos Y mostrar sus abismos. ¡Miserable! Yo sí que ahora aniquilarte puedo Sólo de una mirada; si no fuera Que seres como tú son instrumentos Siempre de mi furor, aquí, ahora mismo, Se abrieran a tus pies bocas de fuego Para sumir tu orgullo. LA PADILLA(Con temor.) ¡Ah! Yo te pido Que me escuches no más. Ya que encubierto No hay nada para ti, di: ¿mi destino Será siempre feliz, o quizá adverso Ha de tornarse pronto? ¿El rey acaso Olvidará mi amor? ¿Veré yo el reino Gobernado por Blanca? (Aparece la luna por cima del monte y refleja el río.) LA MAGA No, tu estrella Radiante siempre brillará en el cielo, Aunque ahora alumbre opaca y temerosa. Mas te es forzoso exterminar primero La esposa de tu rey. Blanca es forzoso Que muera al punto. El inconstante pecho De Pedro la amará, si tú retardas La muerte de su esposa que... Se oye una voz cantando acompañada de un arpa, acercándose por el río; todo van sucediendo como dice LA MAGA. LA VOZ Lloraba la hermosa Elvira En su lóbrega prisión, Donde tirano su esposo Por otro amor la olvidó. ¡Ay, Elvira! ¡Elvira! ¡Elvira! Sólo te llora Tu trovador. LA MAGA ¡Silencio! ¿No oyes, Padilla, un armonioso canto Y el son de un arpa resonar no lejos, Y de un barco el rumor...? LA VOZ(Más cerca.) Todo sirve a recordarla La libertad que perdió; Responden sólo a sus quejas Los ecos de su prisión. ¡Ay, Elvira! ¡Elvira! ¡Elvira! Sólo te llora Tu trovador. LA MAGA En el castillo La silenciosa reja han entreabierto; He allí Blanca y Leonor: aquí a esta sombra Ocultémonos, pues. Pasan LA MAGA y LA PADILLA a la derecha del teatro, cerca del castillo de BLANCA, entre los árboles, sin abandonar el foro. La reina y LEONOR, aparecen en una ventana del castillo. LA VOZ(Ya junto al foro.) Todos olvidan la hermosa Que un tiempo reina brilló, Sólo la llora el que siempre Sin esperanza la amó. ¡Ay, Elvira! ¡Elvira! ¡Elvira! Sólo te llora Tu trovador. ESCENA IV Dichos, BLANCA, LEONOR BLANCA ¿Leonor, es cierto? ¿Será la voz de Enrique? LEONOR Sus promesas Ved cómo, al fin, cumplió; llegó el momento En que va a renacer nuestra esperanza, En que vais a ser libre: yo he de veros, Reina, otra vez feliz... BLANCA ¡Ah! Tú deliras Y te finges, Leonor, sabrosos sueños Que están lejos de ser. LEONOR Dejad, señora, Esas tristezas ya; mostrad esfuerzo; Estad alegre como yo; el sonido Cesó del canto y lo repite el eco; Ved, Enrique está allí. ESCENA V Dichos y ENRIQUE, que embozado en su capa, salta en tierra. LA MAGA(A la PADILLA.) ¿No le conoces? Ve allí el bastardo que se lanza al riesgo Sin conocer el lazo. LA PADILLA ¿Es éste Enrique? LA MAGA¿Por qué tiemblas, mujer? Tu triunfo es cierto; Él viene a perecer. (ENRIQUE pasa al pie del castillo y reconoce a BLANCA.) BLANCA ¡Enrique! ENRIQUE ¡Blanca! ¡Cuánto es sabroso al corazón tu acento! Cobra esperanza ya; mañana el día Es de tu libertad; cien caballeros Hoy por la cruz juraron de su espada Salvarte o perecer: mi hermano mesmo Nos presta la ocasión. ¡Ah! No lo dudes, Mañana el cielo auxiliará su esfuerzo. BLANCA¿Y tú, dónde estarás? ¡Ah! Teme, Enrique, Y no al peligro te despeñes ciego. ¿Por qué mañana, di? ENRIQUE Nunca, o mañana. Ninguno es el peligro; el triunfo es nuestro. Y va a abrirse tu cárcel; mis amigos La súplica que hiciste al rey supieron, Y su intento también. Cuando tú salgas Mañana de su corte y piensen ellos Volverte a tu prisión, Castro animoso, Espada en mano, romperá tus hierros, Sorprendiendo tu guardia: yo, entretanto, Cerca te aguardaré; todo dispuesto Allí estará para auxiliar tu fuga, Y verte libre y en tu patrio suelo. LA PADILLAMuerta primero la verás. (Siempre al paño.) LA MAGA ¡Ah! ¡Libre...! La habrás de libertar después de muerto. (Suelta una carcajada.) BLANCA¿No has entendido hablar? ENRIQUE No temas, Blanca: Nadie puede escucharnos. BLANCA ¡Ah! Yo tiemblo. ¿No has sentido una voz? ENRIQUE No, nada temas. (Registra a un lado y a otro y vuelve.) Era sólo ilusión; reina el silencio. El ruido melancólico del agua, O el rumor en los árboles del viento, Te ha engañado tal vez; mañana el día Con nueva luz alumbrará sereno Y calmará tu sobresalto, Blanca, Nada exijo de ti; ¿nada merezco? ¡Ah! Tú jamás te acordarás de Enrique: Tus lágrimas, tu amor, tu pensamiento, Sólo posee el tirano que te oprime, ¿No tendrás una lágrima, un recuerdo Al menos para mí? BLANCA ¿Por qué mis penas Gozas en amargar? ¡Ah! Tu tormento Agrava, más que todo, mi desdicha. Yo le idolatro, Enrique, a mi despecho. Ten lástima de mí: calma tu gente Y reprime su ardor; retarda al menos Tu aventurada empresa; si, mañana Tal vez el rey se doblara a los ruegos De su esposa infeliz; tal vez entonces Dichosa y libre me veré, sin riesgo, Sin que peligres tú. ENRIQUE Piensas en vano Que han de ablandar tus lágrimas el pecho De un monstruo de crueldad. ¿Cuándo el balido Del corderillo mísero al hambriento Lobo compadeció? Llegó ya el día De alzar la frente, de blandir el hierro, De lanzarse a la lid: mañana mismo Es forzoso empezar. BLANCA ¡Oh! Quiera el cielo tu vida proteger. LEONOR La ronda ahora Hace mi padre del castillo, y siento Sus pasos acercarse. BLANCA Adiós, Enrique, Ten compasión de mí. ENRIQUE Blanca, a lo menos Guárdame tu amistad; piensa que Enrique Es infeliz por adorarte ciego. (BLANCA y LEONOR cierran la ventana y se retiran.) ESCENA VI ENRIQUE se retira por la espalda del castillo, haciendo de modo que cruce a colocarse detrás de la caverna. LA MAGA y LA PADILLA vuelven a donde estaban antes de ocultarse. LA PADILLABlanca ya se alejó. LA MAGA Su muerte ahora Es fuerza apresurar. LA PADILLA ¿Y quién su brazo Prestará a mi furor? LA MAGA Tienes el hierro, Y el veneno a elegir: si el rey acaso No consiente que muera, yo te ofrezco Asesino y puñal. (ENRIQUE aparece a poca distancia de ellas, y recatándose.) ENRIQUE(Aparte.) Aquí el encanto De estas selvas está, la voz que a Blanca Ahora sobresaltó. LA PADILLA Y el vil bastardo Que intenta darla libertad mañana, ¿Piensa que vencerá? LA MAGA ¿Vencer?, sus pasos Sin él saberlo a perecer le guían. Antes que nuevo sol tienda sus rayos Habrá expirado; la postrera noche Es esta de su vida. LA PADILLA(Con sarcasmo.) ¡Temerario! El mismo causará la justa muerte De su adorada Blanca: el insensato De nuevo ya mi enemistad provoca: ¡Triste de aquel que, en medio del océano Desprecie su furor, viéndole en calma! Él se abrirá para tragarle airado. ENRIQUE(Aparte.) Nombran a Blanca: mis intentos saben; Los suyos yo descubriré: atendamos. LA MAGA(Con alegría infernal.) Esa orgullosa cólera me alegra. Me ensancha el alma. ¡Réprobos cristianos! Corred a la matanza; en vuestra sangre Hundid los brazos, reteñid los labios; Hartaos de matar; nunca descanse Vuestro horrible puñal; exterminaos. ¡Oh!, quién me diera contemplar muriendo Vuestra maldita raza, vuestras manos Rasgando vuestros pechos, vuestros hijos El seno de sus madres destrozando; Y ver vuestras entrañas palpitantes De hambrientos perros regalado pasto, Y el hondo abismo del infierno abierto, Sus gargantas de fuego, jadeando, Los demonios abrir, entre humo y llamas, Ciudades sepultar, reinos cristianos. (Asiendo fuertemente del brazo a LA PADILLA.) Mujer que anhelas sangre, un hijo mío vuestra sed calmará. Sangre en el cráneo De Blanca beberás. LA PADILLA ¡Ah! Tus furores Me estremecen. ¡Gran Dios! LA MAGA ¿Dios? Es en vano Que le llames aquí, sólo a ese nombre Pudiera el cielo responder tronando, Si te escuchara Dios, Mujer responde: ¿Quieres que muera Blanca? Ya ni un paso Puedes retroceder; un hondo abismo Se abre detrás de ti, vano es el llanto, Vano es rogar, arrepentirse inútil; Fuerza es seguir por el camino usado. ¿Quieres que muera Blanca? LA PADILLA Sí; es forzoso, Es forzoso que Blanca o yo muramos. ENRIQUE(Se presenta delante de ellas con la espada desnuda y armado.) Nunca; vosotras, infernales furias, Sí que vais a morir. Temblad; mi brazo Blande la espada con que el cielo mismo Va a castigar vuestro delito infando. LA MAGA(Sonriéndose.) ¿Vienes tú a castigarnos? LA PADILLA Caballero... ¿Y osas cobarde levantar tu mano Contra mujeres débiles? ENRIQUE ¿Mujeres? Con rostro de mujeres, sanguinarios Corazones de tigres son los vuestros: Corazones de hiena, cuyo pasto Es sangre de inocentes. LA MAGA Sí; y el tuyo Inocente es también, infame hermano Del rey infame del cristiano pueblo. ¡Ah, ya caíste en el tendido lazo! Cerca está de sonar tu última hora; La muerte ya con silencioso amago Te estrecha en derredor, ¡Genios terribles! ¡Espíritus del tártaro, alegraos! Vuestra víctima es esta: aquí ella misma Codiciosa su fin viene buscando. ¡Angeles de la muerte, y tú, hijo mío, Ministros de mi furia, aquí mostraos! ENRIQUETus gritos no me espantan, ¡miserable! Llama en tu auxilio los agentes vanos De tu necio furor, llámalos, grita; No salvarán tu vida tus encantos. (Se arroja a ella, y LA MAGA de un salto, deshaciéndose de él, se pone a la boca de la caverna.) LA MAGAImpotente es tu cólera, ¡Demonios! ¿No piden sangre vuestros secos labios? Aquí está vuestra víctima. Hijo mío, ¿No tiembla tu cuchillo entre tus manos? ¡Qué! ¿No te dice el corazón que hay sangre? ¡Ministros de mi furia! ¡Aquí mostraos! ESCENA VII Dichos y ABENFARAX, con serenidad estúpida. ENRIQUE retrocede, como asombrado ABENFARAX(Sobre las breñas.) ¿Hay, madre, ya que asesinar a alguno? LA MAGARegocíjate, sí. ABENFARAX Su mismo hermano, ¿No le había de matar? ENRIQUE Hombre o demonio. Sólo un ser como tú puede ser parto De esta furia infernal. Baja, que el cielo Redobla ya el esfuerzo de mi brazo, Que se alza a castigarte. ABENFARAX(Mofándose brutalmente y bajando muy despacio.) Ya hace tiempo Que te persigo yo. ¿Te causo espanto? Nada ternas de mí; yo intento sólo Retorcer mi puñal, cuando a enclavarlo llegue en tu corazón. ENRIQUE ¡Vil asesino! Vosotros, si matáis, matáis temblando, No frente a frente. Un solo caballero Mil como tú desprecia; tú, malvado, Vas a morir; yo libraré a la tierra De tu madre y de ti, monstruo inhumano. (Se va hacia él y LA PADILLA se interpone.) LA PADILLA(A LA MAGA.) Detén tu hijo. LA MAGA(A LA PADILLA.) ¡Y qué! ¿No es tu enemigo? LA PADILLAEs mi enemigo, sí; pero es hermano También del rey, y su valor merece Otra espada más digna, otro contrario. Detén, Maga, tu hijo. ABENFARAX Yo ya es fuerza Que beba sangre. Para ti he aguzado Esta noche el puñal. ENRIQUE ¡Muere, asesino! (Arrojándose a él y luchando los dos.) EL REY y GARCÍA, embozados, salen por el lado del castillo. EL REY(Aparte a GARCÍA.) Las voces son en la caverna; en alto Una espada relumbra; apresuremos Nuestros pasos allí: pronto, corramos. LA MAGA(Animando a su hijo.) ¡Lánzate a él, devórale, hijo mío! LA PADILLA(Aparte.) Dos hombres llegan con veloces pasos. ¡Triste de mí si me conocen! ¡Cielos! ¡Verme reunida a seres tan malvados...! (Ocúltase entre los árboles.) GARCÍA(Al REY.) Son Enrique y Farax. EL REY(En voz alta a los que pelean.) ¡Tened, cobardes! (Suspenden el combate y miran al REY.) ENRIQUE¿Y quién cobarde me apellida? ¿Acaso Otro asesino vil? ¡Eh! Caballeros, Quien quiera que seáis, podéis marcharos. EL REYO acometerte y arrancarte el alma. Y darte así de tu traición el pago. ENRIQUE¡Traición! ¡Traición! Y bien, acometedme juntos todos, venid: solo os aguardo. ABENFARAXSobre ti nos verás. EL REY(Deteniéndole bruscamente.) ¡Tente, asesino! Yo juro a Dios que el que adelante un paso Cae tendido a mis pies. LA MAGA Ven, hijo mío; Ellos se matarán. EL REY(Siempre sin descubrirse.) ¡Traidor villano! Yo vengo a hundir mi espada en tus entrañas ¿Tú me buscabas?, ya me has encontrado: Yo salgo a recibirte. ENRIQUE No imagines Que el duelo yo retarde; mas si acaso Iguala tu linaje a tu osadía, Sepa tu nombre el que aborreces tanto, El que tu reto acepta. EL REY ¡Miserable! No pregunto yo nunca a mi contrario Su nombre en la batalla; empero, sabe Que no me nombran, como a ti, el bastardo, Ni me llaman traidor; que espada en mano Decido siempre diferencias mías, Y nunca con traición. ENRIQUE ¡Traición! ¿Y cuándo La he cometido yo? Sólo ese nombre Diera a mis hechos el indigno esclavo Que el lodo inmundo encenagado vive, Gozoso en su baldón. Vil cortesano, Si el rey mi hermano a batallar te envía Contra el que osaste apellidar bastardo, Tiembla no sea que mi espada vengue En ti mi injuria, y que escarmiente al bajo Cobarde adulador, que a ser se ofrece Ministro vil del mísero tirano, A cuya vista tiembla. EL REY ¿Y qué, tu sólo No le habías de temblar? Más humillado Has de verte a sus pies que los que, altivo, Osas ahora apellidar esclavos. ¡Defiéndete! (Quítase el embozo y se presenta armado.) ENRIQUE(Retrocediendo.) ¡Es el rey! (LA PADILLA sale de donde estaba.) LA PADILLA ¿El rey? ¡Oh, cielos! ¿Piensas, Enrique, asesinar tu hermano? EL REYHuye de aquí, mujer; mírame, Enrique. ¿Me conoces? Defiéndete. LA PADILLA ¡Insensato! Si así tu vida en despreciar te empeñas, He aquí mi corazón; tu acero insano Clava bárbaro en él. ENRIQUE(Envainando la espada, con extrañeza.) ¿Tú me buscabas? EL REY¿No te mostró mi cólera tu hermano? Yo te buscaba, sí; yo te aborrezco. Vengo para satisfacer nuestros agravios. Sé tus ofertas, tu traición, tu infamia; Todo, Enrique, lo sé; piensas en vano Tus tramas ocultar: fuerza es ahora La máscara arrojar, lanzarte al campo, Exponerte a morir. ¡Pérfido! Sabes Que estoy al fin de tus maldades harto. ENRIQUE¡Tú me llamas traidor! Ese es el nombre Con que siempre los déspotas tacharon Al que brioso, independiente y libre, Osa arrostrar sus bárbaros mandatos. ¿Con qué derecho a tu capricho piensas Los hombres todos sujetar esclavos? EL REYMi esfuerzo y mi valor me dan seguro, Y en mi propio derecho me afianzo, Y al vil traidor que mi enemigo sea Para hacerle morir basta mi brazo. ENRIQUE(Con despecho.) Eres mi hermano al fin. EL REY ¡Bajo cobarde! ¿Me das ahora el nombre de tu hermano Por dar disculpa de tu miedo indigno? ¿No era tu hermano yo cuando has osado Alzarte contra mí, juntar secuaces, Salvar a Blanca, arrebatarme el mando Y aun la vida? ¡Pérfido! Ahora Hiéreme si te atreves, yo te aguardo, Diversa sangre por tus venas corre Que la que hierve en mí. ¿Quién? ¿Tú, mi hermano? Vergüenza eterna para mí sería Dar tan honroso título a un bastardo. ENRIQUEQuien nos ha dado el ser fue un mismo padre, Que hizo un hombre de mí; de ti, un tirano. EL REYLa que te dio a ti a luz fue una ramera Y de ella hubiste lo cobarde y bajo De tu alma ruin. ENRIQUE ¿Y quién más causa Ha dado a la venganza? Mis agravios, Tus injusticias, tu altivez, tu furia, Harto disculpan mi traición si acaso Llamarse así mis hechos merecieran... EL REYSi te resienten mis ofensas tanto, Yo ante ti mismo las mantengo todas, Para unir el baldón a los agravios. Satisfácete ya, la espada sea Único juez y mediador de entrambos. LA PADILLA(Al REY.) ¿Y siempre tú te arrojarás al riesgo De morir o matar? ¿Nada mi llanto Puede alcanzar de ti? EL REY ¿Qué? ¿Tú proteges También a mi enemigo? ENRIQUE Yo retado Yo al duelo respondí siempre; mi espada Pronta y mi brazo está para aceptarlo. Testigo Dios y el universo entero Que si mi mano contra ti levanto, Es pesaroso y a despecho mío, Es porque tú me fuerzas. (Pone mano al puño de su espada.) EL REY Cuanto hago Y quise hasta aquí hacer está bien hecho Por haberlo hecho yo, que nunca he dado De mis gustos razón: Sí, yo insulto, Yo te fuerzo a lidiar, yo, porque ansío Verte a mis pies y sin razón alguna, Sólo por ser mi voluntad lo hago. ENRIQUE(Con pesadumbre.) ¿Y habré yo al fin de desnudar la espada Contra un hermano, yo? EL REY Tú, al fin, bastardo Y cobarde a la vez, la luz del día Te halle lejos de aquí. Lleva tus pasos Donde tu nombre yo jamás escuche, Y olvide así tu nacimiento aciago Y que existes también; yo te desprecio, Te juzgo indigno de probar mi brazo, Y te ordeno partir. ¡Ah!, si mañana Tus intentos seguir piensas acaso, Y aún te ocultas aquí, por cielo y tierra Juro hacerte morir en un cadalso Para infamia mayor; huye, y si osas Con los tuyos volver, llámame al campo. (Le vuelve la espalda. ENRIQUE le mira con desdén y se retira despacio a emboscarse por la derecha.) GARCÍA¿Y así dejáis vuestro enemigo libre, Para que junte su ominoso bando Y vuelva contra vos? LA MAGA(Aparte a su hijo.) Síguele, y muera. ABENFARAX(Aparte a LA MAGA.) Yo te lo juro: morirá a mis manos. (Vase por donde se fue ENRIQUE.) EL REYCobarde ahora se mostró a mis ojos; Yo le desprecio ya; lleno de espanto Temblará siempre al recordar mi nombre Y nunca más parecerá en el campo A arrostrar mi furor. Darle la vida Es aun mayor castigo que matarlo. (Va a retirarse, y LA MAGA se presenta delante de él como inspirada de repente.) LA MAGAEl denso velo que el destino cubre Miro rasgarse ya. Rey de cristianos, Oye mi voz, y a mi tremendo acento Ronco responda el tártaro tonando. Próximo está tu fin; ya tu enemigo Con alta pompa y esplendente fausto Va muy pronto a brillar; óyeme y tiembla: ¡La vida, sí, te arrancará tu hermano! (EL REY titubea un momento como sorprendido; la mira después con desprecio, y hace ademán de irse, y cae el telón.) Blanca de Borbón José de Espronceda Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000 Blanca de Borbón José de Espronceda Acto cuarto Un salón con dos tronos, varios caballeros armados. ESCENA I PRIMER CABALLEROMano y guante te doy. SEGUNDO CABALLERO Yo lo recibo Y a fe de noble por mi honor te ofrezco Salvar a Blanca o perecer. HERNANDO ¿Y Castro? SEGUNDO CABALLEROAguarda sólo la señal. HERNANDO Silencio. Aquí se acerca el suspicaz García. La cólera ocultad; sus pasos siento. ESCENA II Dichos y GARCÍA GARCÍA¿De guerra armados, y en la corte ahora? ¡Brillante es el arnés! ¡Cuánto es más bello Vestido un noble de lucientes armas Que no de sedas y perfumes lleno! ¿Y qué intento traéis? PRIMER CABALLERO Contra Granada El rey se apresta a desnudar su acero, Y contra el moro; cual vasallos fieles, Venimos a ofrecerle nuestro esfuerzo. GARCÍAY el rey lo aceptará; firme está el trono Que se apoya en tan sólidos cimientos. Vuestra noble lealtad, vuestra bravura Harán el cetro de Castilla eterno. SEGUNDO CABALLERO(Mirando fijamente a GARCÍA.) Más brilla el noble en la sangrienta lucha, Defendiendo su patria y sus derechos, Que el cortesano vil que torpe emplea En intrigar y en adular su tiempo. GARCÍA(Como enajenado de gozo.) ¡Cuál me palpita el corazón brioso Al contemplar vuestro valor! SEGUNDO CABALLERO(Aparte.) El miedo Es quien le hace latir. HERNANDO El rey se acerca. (Aparte a los otros caballeros.) Vamos lejos de aquí. PRIMER CABALLERO(Irónicamente a GARCÍA.) Pronto volvemos. GARCÍAId, oh, nobles, con Dios. SEGUNDO CABALLERO(Con el mismo tono irónico.) Adiós, García. (Vanse.) GARCÍA, soloPronto, bien pronto nos veremos, necios. El volcán va a tronar; yo haré que estalle Y allá os sepulte en su profundo seno. ESCENA III LA PADILLA, EL REY, GARCÍA y acompañamiento LA PADILLA(Muy agitada, aparte, a su hermano.) ¿Y viene hermosa, di? GARCÍA Sí, pero pronto Allá en la tumba dejará de serlo. LA PADILLA¿Y los que intentan libertarla? GARCÍA Apenas Alcen la voz serán presos o muertos. (EL REY sube al trono y hace subir a LA PADILLA en el otro.) EL REYHe aquí, Padilla, el esplendente trono Donde a la par de mí te doy asiento. Hoy a tus pies tributará homenaje Rendido todo el castellano imperio; Y hoy prosternada mirará tu brillo La que perdió por crímenes el cetro, Y aún trama en su prisión. ¡Perezca Blanca! ¡Guardias! Hacedla entrar. ESCENA IV Dichos y BLANCA, trémula y temerosa.-LA PADILLA, muy agitada.-Un momento de silencio EL REY Todos atentos A escucharos están, hablad, si el crimen, ¡Oh Blanca de Borbón!, no os turba el pecho. (BLANCA alza la vista, la fija en el trono en que está LA PADILLA y vuelve a bajarla.) BLANCA¿Qué he de decirte yo? EL REY ¡Basta de llanto! Si con fingidas lágrimas tu intento Es ablandar mi corazón, te engañas. Yo sé que, a tu placer, cambias de aspecto Sé que sabes mentir. BLANCA Y yo te adoro... Y yo del pecho disipar no puedo Tan funesta pasión. EL REY Blanca, es inútil Que me finjas amor; yo lo desdeño. BLANCA¿Fingirte amor? ¿Por qué? ¿Por qué fingirlo Cuando por ti y a mi pesar lo siento? ¿Por qué hablarte de amor, cuando a tu lado Brillante en gloria a mi enemiga veo? ¿Qué he de decirte yo? Yo, aquí traída Como cautiva mísera entre hierros, Para adornar con mi humildad su triunfo Y escarnio ser de su esplendor soberbio. EL REYA ti mi justa indignación castiga; Mi amor a tu rival concede el cetro. BLANCATú eres rey de la tierra; tú, orgulloso, Das a tu voluntad castigo y premio. Y tú, Padilla, a tu placer te entregas Al verme ahora ante tus pies gimiendo: Mas hay un Dios, que a los monarcas juzga; Omnipotente rey, señor del trueno, Preside en su alto asiento a la justicia, Y venga siempre al inocente opreso. El me protegerá; mas no, Dios mío. Si vibras, ¡ay!, tu rayo justiciero, ¡Víbralo contra mí! Perezca el justo, Si así se salva el delincuente reo. EL REY¡Hipócrita infernal! ¿Y tú inocente Osas llamarte, ante el monarca mesmo, Cuyo poder arrebatar pretendes? ¿Tú, que presumes elevar al reino Tu amante Enrique, y en viciosa liga La alta cerviz del castellano pueblo Doblar so el yugo del francés indigno...? ¡Huye de aquí, mujer, yo te detesto! BLANCA¡Triste de mí, que en mi ilusión creía Que al fin triunfaran de tu altivo pecho La inocencia y verdad! ¡Ah! La esperanza Era el único bien que en tanto duelo Yo conservaba aún; era la rosa Que derramaba aroma en el desierto ¡Voló cual humo la esperanza mía! Tú, que me robas mi postrer consuelo, No me maltrates más, dame la muerte: Yo no veré mi desventura al menos, Y ella será feliz; dame la muerte! (Mirando a LA PADILLA.) EL REYEn vano son, ¡oh, Blanca!, tus lamentos. Si aquí viniste a demandar justicia, Enjuga el llanto y abandona el miedo; Habla y no tardes más. BLANCA ¡Ah! Yo venía A implorar tu bondad, testigo el cielo De que siempre te amé; mas, ¡ah!, ¿qué digo? ¡Miserable de mí! Brillante veo La cólera en tus ojos; no, la muerte, La muerte sola a demandarte vengo. Si te irritan mis lágrimas, no tardes; Ellas brotan de aquí: hiéreme el pecho. EL REY(Con ironía.) Tal vez a Enrique ablandará tu llanto, Y acaso por tu amor perderá el miedo. BLANCAAl mundo todo enternecer pudiera viéndome así infeliz sin merecerlo. ¿Qué te hice yo nunca? Por ventura, ¿No es mi crimen amarte? EL REY El fingimiento Pudo nunca ser más, Blanca, tu amante No alcanza tu valor. Con torpe miedo, Te ha abandonado ya. Basta, y no finjas; Tu astucia en vano ayudará su esfuerzo: Ya Enrique te olvidó. BLANCA Tú te deleitas En verme padecer, ¡verdugo fiero! Si está tu gozo en amargar mi muerte, Ceba en mí tu furor, rásgame el pecho Y muéstrate cruel; mas nunca dudes De que siempre te amé. ¡Ah!, no hay tormento, No hay injuria mayor; toda mi alma, Todo mi corazón arde a despecho De mi propia razón. ¡Ah!, yo te adoro, La muerte sólo a demandarte vengo. LA PADILLAEs insufrible ya. BLANCA Mujer, ¡oh!, nunca A verte llegues como yo me veo, Sin encontrar piedad; nunca mi nombre Te traiga un día tan fatal recuerdo. LA PADILLA¿Y osas tú maldecirme? BLANCA ¿Maldecirte? Muéstrame cómo, y te maldigo luego. Yo lo oso todo, sí; yo ansío la muerte, La busco y llamo, por la muerte anhelo: Ella es mi único bien, ella es el árbol A cuya sombra reposarme quiero. Débil mujer cual soy, ¡ah!, me alimenta La desesperación; ya nada temo, Yo no sé maldecir, mas si me enseñas, También maldeciré. (Al REY.) Mas tú que el fuego Arder hiciste que me abrasa el alma, (Se va acercando al trono en actitud suplicante.) Apiádate de mí. Yo te deseo Siempre felicidad. ¡Ah!, sí, perdona, Perdóname, ¡infeliz!, sí, yo detesto, Si ofendo a esta mujer. ¡Ah, tú la adoras! Benigno quiera perdonarla el cielo, Cual la perdono yo. (Se abraza a sus rodillas.) Dame la muerte Y a Dios por ti le rogaré muriendo. EL REYDéjame ya, mujer. ¡Guardias! ¡Llevadla! BLANCANo me arrojes de ti. Aquí primero Yo moriré que separarme; hiere... Sé piadoso una vez... (El rey echa mano al puñal; ella le mira con alegría y dice.) Hiéreme luego. (El rey deja caer el puñal de la mano.) EL REY¡Arrancadla de aquí guardias! (Los guardias la separan, y cae desmayada.) BLANCA ¡Dios mío! (La levantan del suelo y GARCÍA sale con ellos, dándoles prisa por señas.) ESCENA V Dichos, menos BLANCA y GARCÍA EL REY(Muy disgustado.) No sé qué pena a mi despecho siento. Si ella fuera inocente... ¡Ella inocente! jamás sentí tan agitado el pecho... Es imposible, no. LA PADILLA ¿Te compadecen Su llanto y su beldad? ¿Serás tan ciego Que acaso dudes que su llanto es falso? EL REYEs falso, sí, Padilla... (Levantándose.) Mas ¿qué estruendo De voces altas y crujir de espadas Y sediciosos gritos aquí siento? (Dentro, ruido de voces y de cuchilladas.) UNA VOZ(Dentro.) ¡Al arma! ¡Una traición! OTRAS VOCES ¡Muera el tirano! EL REY(Saltando del trono.) Es Enrique tal vez. ¡Al arma! ¡A ellos! (El ruido de armas se acerca.) DENTRO¡Muera el tirano y que la reina viva! EL REYDadme mis armas y mi espada presto. ¡Dadme luego mis armas! (Un escudero le trae el casco y la espada; el rey arroja el manto, se cala el yelmo y desnuda la espada, tirando la vaina, para no tardar en ceñírsela.) ¡A encontrarlos! (Va a salir y entra CASTRO, herido, luchando con los guardias.) CASTROTirano, ¿dónde estás? UN GUARDIA¡ Rinde tu acero! CASTROCuando atraviese el corazón del tigre, Allí lo rendiré. Sal ya, perverso: ¡Castro, Castro te llama! EL REY(Presentándose delante de él.) ¡Tú, villano! CASTRO(Se arroja a matarle con tal precipitación que falla el golpe.) ¡Muere, monstruo feroz! EL REY(Clavándole una estocada.) Vano es tu intento. (Tírale otro golpe.) ¡Muere tú, miserable! Así perezcan Mis enemigos todos a mi acero Y hollados como tú. (Cae CASTRO y EL REY le pone el pie encima.) CASTRO(Moribundo.) ¡Venganza, amigos! La fortuna es del déspota... yo muero. (Muere.) EL REYVe a acompañar tus viles partidarios. Ahí tenéis vuestro jefe: yo os lo vuelvo. (Cogiendo el cuerpo y asomándose a una ventana. Se oyen mueras y voces en la calle.) ESCENA VI Dichos y GARCÍA, que entra precipitadamente. EL REYSalgamos a encontrarlos. GARCÍA Fugitivo Corre a salvarse, amedrentado el pueblo Que a Hernán Castro siguió; los otros nobles Exhalaron, luchando, sus alientos Sin querer someterse. EL REY(Encendido en cólera.) Y bien: perezcan. LA PADILLA¿Y Blanca? ¿Blanca se salvó? ¿Pudieron Libertarla tal vez? GARCÍA(Con su acostumbrada frialdad.) Blanca, en su cárcel, Lamenta ahora sus amigos muertos. Ella los vio luchar, y en vano, en vano, Tendió los brazos, su favor pidiendo. Los vio también morir. EL REY ¡Mujer malvada! LA PADILLAElla es, señor, la que alborota el pueblo. GARCÍASu nombre al menos los disturbios mueve, Y aparente razón da a los intentos Del astuto traidor. EL REY(Como reflexivo.) Si ella es culpable... GARCÍAElla es culpable del tumulto mesmo, Que acaba de estallar; Blanca y Enrique Hoy tramaron romper; hoy presumieron Con engaños y lágrimas moverte, Para clavarte su puñal sin riesgo. La noche, sí, que perdonaste a Enrique Castro y los suyos contra ti se unieron, Por consejo del pérfido y de Blanca; He aquí, señor, de tu bondad el premio. EL REY(Como fastidiado y distraído el resto de la escena, pregunta con indiferencia:) ¿Y Enrique? GARCÍA Se salvó. EL REY ¡Cobarde, al cabo! GARCÍANo fue la causa de su fuga el miedo. LA PADILLA(Con ironía.) Fue por volver a su adorada Blanca Y consolarla, y suplicar de nuevo Tu clemencia y perdón; fue porque saben Que siempre tu furor calman sus ruegos. GARCÍAAun ellos guardan la esperanza ahora De volver a la lid. Oculto hierro Tal vez con risa la traición prepara, O la dorada copa del veneno Acechándote ya. LA PADILLA Lo has visto hoy mismo; Tu vida sólo libertó tu esfuerzo. GARCÍASólo su muerte libertar pudiera De la guerra civil que amaga al reino, Y volvemos la paz; sólo su muerte Puede calmar la tempestad que siento. Prudencia en tanto; publicarla ahora También pudiera apresurar el riesgo Que yo intento alejar. EL REY ¡No más, García! LA PADILLA¿Dejas a Blanca así? EL REY Yo te la entrego. (Vase.) GARCÍAHoy mismo morirá. LA PADILLA Vuelve al castillo. ¡Manda que muera! ¡Ve! GARCÍA Calma y secreto. ESCENA VII Prisión de Blanca. BLANCA y LEONOR BLANCA(Como enajenada.) ¡La Padilla y el rey! ¡Y ella en el trono! Era un sueño, Leonor, todo era un sueno. Dime que no es verdad... ¡Ah!, yo la he visto Y el rey, feroz, sin escuchar mis ruegos Me ha arrojado de sí. Voces, espadas... ¿Era un sueño, Leonor? Dímelo al menos. LEONORSosiega, ¡oh reina!, tu dolor. BLANCA ¿Yo reina? Para siempre, Leonor, dejé de serlo. Brillante, altiva, en mi dolor triunfando, Me vio bañada en lágrimas. Yo sólo Pedí la muerte, por consuelo mío, Y él me negó la muerte con desprecio. LEONOR¡Cálmate, por piedad! ¡Ah!, la esperanza No así abandone tu afligido pecho. BLANCANo me abandona, no; la muerte al cabo Es también esperanza. Tú en mi acerbo Pesar no puedes consolarme; todos Me abandonaron ya: ya no hay remedio. Deja que yo desesperada muera Y se harte en hiel mi corazón sediento; No me consueles más. Pedro la adora, La eleva al trono que ocupé yo un tiempo Bebe el placer en sus impuros labios, Y de mi pena y de mi amor riendo, De sí me arroja y mi dolor burlando, Calma mi sed con copas de veneno. (Se arroja al suelo.) He aquí, Leonor, el trono de una reina, Que ajada, opresa por su esposo mesmo, Sólo en la paz de la callada tumba Puede esperar a su dolor remedio. LEONORAlguien se acerca; sosegaos. BLANCA ¡Huyamos! Los tigres a gozar vienen hambrientos En su presa infeliz. ¡Leonor, huyamos! Tintas sus manos en la sangre veo De sus hermanos mismos. (Huye precipitadamente, llevándose a LEONOR por la puerta de la derecha.) ESCENA VIII GARCÍA, EL ALCAIDE GARCÍA Sí, Don Tello; Hoy intentaba libertarla Enrique; Hoy el bando rebelde, osado y fiero, Violó el palacio del monarca augusto, Y alguno hubo que hasta el trono mesmo Osándose lanzar, midió su espada Con la espada del rey, y cuerpo a cuerpo. DON TELLO¿Con la espada del rey? Decid, García, Y ¿cómo aún el merecido premio No han recibido ya crímenes tantos? GARCÍAEl rey los perdonó; la paz del reino Sólo exige una víctima; los otros Son de sus artes instrumentos ciegos. Blanca... DON TELLO ¿La reina? GARCÍA Sí, Blanca es culpable. Obedeced del rey el mandamiento. DON TELLO¿La condena a morir? GARCÍA Y ejecutada Ha de ser aquí mismo y en secreto. El rey lo manda. DON TELLO Obedecer es fuerza. GARCÍAEsta noche a las doce, con silencio En un sitio apartado en el castillo, Debe morir, por que lo ignore el pueblo. Abenfarax, el hijo de la Maga, Vendrá a cumplir el mandamiento regio. DON TELLO¿A las doce, decís? GARCÍA Sí; a media noche: Disponedla a morir. Adiós, Don Tello. (Vase.) ESCENA IX DON TELLO, soloEs mandado del rey; fuerza es que muera: Yo cumplo mi deber cuando obedezco. Blanca de Borbón José de Espronceda Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000 Blanca de Borbón José de Espronceda Acto quinto La misma decoración del tercer acto. Una tempestad. Es de noche. ESCENA I LA MAGA, con una antorcha en la mano canta estos versos. Su hijo, sentado sobre una roca. LA MAGA ¡Oh! Salve, oscuro genio Del hórrido huracán. Ceñudo tú te sientas Allá en la tempestad. Tu augusto trono velan La noche y el horror. Tu voz en silbo y trueno Retumba en derredor. Las ígneas alas tiendes Por cima al aquilón, Y en torno al aire tiñe Relámpago feroz. Salud, salud mil veces, Espíritu infernal; Desciende a mí en las alas Del hórrido huracán. Hoy festeja el averno; hoy, hijo mío, La luz del rayo su festín alumbra, Y en la noche los lívidos espectros Al trueno aterrador sus gritos juntan. ¡Noche de muerte! ¡Regocija el pecho, ¡Hijo de Satanás! Sí, ya vislumbra A la luz del relámpago tu daga, teñida en sangre la aguzada punta ¡Noche de muerte es! Vuela, hijo mío; Con sangre ya mi paladar endulza. ABENFARAXDame, ¡oh madre!, el puñal. ¿Llegó la hora? LA MAGAPronto ya va a sonar. La noche oscura Sirve a encubrir tus silenciosos pasos. El genio del averno te conduzca, Yo te doy mi puñal: marcha al castillo. ABENFARAXYo juro allí satisfacer tu furia. (Vase de modo que se ve abrir la puerta del castillo, y entra en él.) LA MAGA(Vuelve a cantar.) En medio a la tormenta Su hora sonará. La muerte acechadora Su presa aguarda ya. Genios del Tártaro, Venid a mí, Venid mi júbilo A repartir. (Se arroja en la caverna.) ESCENA II Cambia la decoración. Prisión de BLANCA, una capilla gótica del castillo, un crucifijo en el fondo del teatro; una lámpara moribunda alumbra la escena. La tormenta se oye a lo lejos. BLANCA, LEONOR BLANCA¿Por qué, Leonor, tu corazón se oprime? La muerte al fin consolará mí angustia, Y volará mi alma a la morada Donde reina la paz; tu llanto enjuga, Y ahora, en vez de lamentar mi suerte, Alégrate conmigo en mi ventura. LEONOR¿Por qué yo el nombre de tu dulce amiga De tu boca escuché? ¡Ojalá nunca Te hubiese visto yo! Yo no llorara Al ver abierta ante tus pies la tumba. BLANCA¡Dulce Leonor! ¡Gran Dios! Calma tu llanto. ¿No ves mi dicha tú? Gloria más pura En trono eterno el Dios de la inocencia Guarda, Leonor, para las almas justas. ¿Qué vale el trono de la tierra toda Cercado de esplendor? Su faz se anubla Y el pueblo aquel que le temió algún día, Perdido el brillo, su grandeza burla No así aquel trono que esplendente siempre Brilla en la eternidad. Paz y dulzura, Inocencia y virtud, siempre le ensalzan. Allí la libertad, la gloria augusta, Su eterno manantial vierten, regando Fértiles campos de eternal verdura. Allí se cifra mi esperanza ahora. ¿Por qué temer la calma de las tumbas, Si el alma la quietud halla en su seno Que en la tierra infeliz en vano busca? Sosiégate, Leonor; yo estoy tranquila. LEONOR¿Y vos tan joven moriréis? ¿Y nunca Os volveré yo a ver? ¡Ah!, no es posible. Yo nunca os dejaré... ¡Pasos! No hay duda, Los asesinos son... (Se abraza a Blanca.) BLANCA Allá en el cielo Me aguarda la virtud; sus manos puras Allí nos unirán. Leonor, la muerte Siento sólo por ti. ¿Lloras? ¿Te angustias? Tú no me olvidarás. ESCENA III Dichos, EL ALCAIDE con una luz, y UN ERMITAÑO DON TELLO Sólo un momento Te queda ya para decir tus culpas, Blanca; ojalá te las perdone el cielo. Dejémosla, Leonor; esta hora es suya. LEONOR(Abrazándose más a ella.) Jamás la dejaré. BLANCA Tu llanto quema. No llores más, Leonor, mi alma se turba Viéndote padecer. Tu amargo lloro Me inspira compasión. Leonor, escucha: Un tiempo fue cuando, en mi cárcel misma, Plácidos sueños de falaz ventura Regalaban tal vez mi pensamiento, Y ciertos yo los figuraba, ilusa. Pensé que clara la inocencia mía, Se aplacara tal vez la alma sañuda Del que tanto adoré; pensé, insensata, Ocupar el asiento que ahora ocupa La que perdone Dios; feliz pensaba Premiar entonces en mejor fortuna Tu constante amistad. Sólo una prenda (Se quita un anillo del dedo.) Joya de mi niñez... Tómala; es tuya. Guárdala tú como único recuerdo Que te puedo dejar de mi ternura. Dulce Leonor, adiós; vuelve a abrazarme Otra vez y otra vez. Basta; tu angustia Me despedaza el corazón; recibe Tú mis últimas lágrimas. LEONOR ¡Oh!, nunca Me arrancarán de aquí. BLANCA(Con dulzura.) Déjame, basta. Ten lástima de mí. DON TELLO Raudo apresura El tiempo su carrera; tú, hija mía, Déjala de una vez; sobre ella luzca La clemencia de Dios. Blanca, un momento Alza tu mente al que las almas juzga. Vamos, Leonor. BLANCA ¡Adiós! ¡Ah! ¡Para siempre! (DON TELLO coge del brazo a LEONOR.) ESCENA IV EL ERMITAÑO y BLANCA; aquél mira por todos lados, como temeroso de que le oigan. BLANCA, de rodillas delante del crucifijo. BLANCA¡Omnipotente Dios! Piadoso escucha Mi humilde voz en mi postrero día, Y el cáliz del dolor benigno endulza. Dame resignación, fuerza bastante Para apurar la copa de amargura, Perdonar, como tú, a mi enemigo, Y despreciar la vanidad inmunda, Que me atormenta el corazón. (Al ermitaño.) ¡Oh!, padre, En nombre del Señor, oye mis culpas; La eternidad... EL ERMITAÑO La libertad, la vida. Aun puedo darte yo, Blanca. ¿Lo dudas? Mírame, Enrique soy; vengo a salvarte. (Se quita la capucha que le cubría el rostro, y debajo del hábito se descubren las armas.) BLANCA¡Cielos, Enrique! ENRIQUE Enrique te asegura, Si obedeces su voz, salvarte ahora Del borde mismo de la abierta tumba. El santo traje que mis armas cubre Para entrar hasta aquí sirvió a mi astucia. Yo aquí me quedaré; vístelo, Blanca, Y este disfraz protegerá tu fuga. BLANCA¿Y tú quedarte aquí? Jamás, Enrique: Yo vivo ya sin esperanza alguna Y la muerte es un bien. ¿Yo aquí dejarte A morir en mi vez...? ¡Ah!, tú me injurias. ENRIQUEMi vida aquí defenderá mi espada. No te cuides de mí; ya a darte ayuda Cien caballeros en el campo aguardan, Que allá en tu patria te pondrán segura. Decídete una vez; allí te esperan Tus amigos, tu patria y la fortuna. BLANCADéjame, tentador; yo amo la vida, Y la amo a mi pesar; mas si mi fuga sólo puede lograrse con tu muerte, Morir prefiero, a la mayor ventura, Déjame ahora perecer tranquila, O un medio noble de salvarme busca. ENRIQUEBlanca, no hay otro. BLANCA Sí; queda la muerte ENRIQUE¡Mujer angelical! ¡Alma más pura Que la lumbre del sol! ¡Oh!, yo te juro Morir lidiando en obstinada lucha O arrancarte de aquí. Voy ahora mismo El castillo a asaltar. En paz segura Todos duermen; los pocos que vigilan Es fácil sorprender: la suerte injusta No salvará mi vida en la batalla, O si la salva, salvaré la tuya. (Vase.) ESCENA V BLANCA, sola¡Qué incertidumbre!, ¡oh, Dios! Cada momento La muerte y libertad me ofrecen juntas. Hágase, ¡oh Dios!, tu voluntad. (Da el reloj las doce.) Las doce. Alguien siento venir. Pasos se escuchan... ¡Perdóname, gran Dios! (Se arrodilla delante del crucifijo. En este momento se abre la puerta y entra ABENFARAX, de modo que antes de entrar se haya visto su sombra.) ESCENA VI BLANCA, ABENFARAX BLANCA(Se levanta precipitadamente, como amedrentada.) ¡Cielos! ¡Qué veo! ¡Espíritu infernal! ¡Ah, de su furia líbrame tú, Señor! ABENFARAX(Lanza una mirada estúpida, mirándola con ojos de complacencia.) En vano llamas Tu Dios en tu favor: mi voz le insulta. Y maldice su nombre y le blasfema. ¿Ves esta daga? BLANCA ¡Oh Dios! ABENFARAX(Con sangre fría.) Tu fin te anuncia. BLANCA(Precipitadamente.) ¡Piedad! ¡Piedad! ¡Qué horror! ¡Ah! Compadece... Un momento, no más... si acaso oculta Tu pecho un corazón... ¡Ah!, si en tu infancia Una mujer te amamantó... ABENFARAX Una bruja Y un hijo de Luzbel fueron mis padres. (Se oye ruido de espadas y voces de combatientes, que va progresivamente acercándose. ABENFARAX continua, sin interrupción.) Mi destino es matar. Ven y concluya Tu vida de una vez. (BLANCA, retirándose siempre al fondo del teatro, se abraza con el crucifijo.-ABENFARAX la persigue.-Más cerca, los gritos y las espadas.-Dentro, la voz de ENRIQUE.) ¡Nuestro es el triunfo! BLANCA¡Por piedad! ¡Por piedad! (ABENFARAX la agarra de los cabellos y la arranca del crucifijo.) ABENFARAX ¿Piedad? Ninguna. (La levanta de los cabellos la cabeza para mirarla.-La clava el puñal al decir:) Gózate, ¡oh madre!, aquí. BLANCA ¡Valedme, cielos! (Cae muerta.) ESCENA VII En este momento se abren las puertas violentamente de la capilla y entra ENRIQUE, con la espada desnuda. Varios caballeros, con hachas encendidas y espadas, y LEONOR. ENRIQUE¡Libertad, libertad, Blanca! (ABENFARAX se presenta delante de él.) ABENFARAX ¿La buscas? Mírala donde está; síguela y muere. (Le tira una puñalada, que resisten las armas.) ENRIQUE(Clavándole una estocada.) ¡Asesino! ABENFARAX ¡Oh, furor! (Cae muerto.) (LEONOR se arrodilla delante de BLANCA, contemplándola.) LEONOR ¡Muerta! ¡Ya nunca La volveré yo a ver! ¡Leonor te llama...! Es en vano; infeliz, tú no la escuchas. (Se abraza a ella.) ENRIQUE¡Qué horror! Tan pura, tan hermosa y joven Y perderse en su flor... ¡Ah!, Dios confunda Sus enemigos todos y maldiga Al que manchado esté de sangre suya. (Se adelanta y pone la mano sobre el crucifijo.) Yo lo juro ante Dios. Mi espada juro Que hasta vengarla brillará desnuda. FIN Blanca de Borbón José de Espronceda Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander Central Hispano 1999-2000