Hastings, el leal amigo de Hércules Poirot, cuenta una secuencia de casos alegremente resueltos por el popular detective belga.
Hastings, el fiel amigo de Hércules Poirot, relata una serie de casos felizmente resueltos por el famoso detective belga que, convencido de la infalibilidad de su método deductivo, es capaz de aprovechar cualquier incidente trivial, sin aparente relación con el caso investigado, para descubrir siempre la verdad.
El secreto de su éxito reside, según confiesa con orgullo el propio Poirot, en la calidad de las células grises de su privilegiado cerebro.
Un líder universal. Uno de los casos más conocidos de Hércules Poirot.
La novela más popular del mítico detective Hércules Poirot.
En un lugar aislado de la antigua Yugoslavia, en plena madrugada, una fuerte tormenta de nieve obstaculiza la línea férrea por donde circula el Orient Express. Procedente de la exótica Estambul, en él viaja el detective Hércules Poirot, que repentinamente se topa con uno de los casos más desconcertantes de su carrera: en el compartimiento vecino ha sido asesinado Samuel E. Ratchett mientras dormía, pese a que ningún indicio trasluce un móvil concreto. Poirot aprovechará la situación para indagar entre los ocupantes del vagón, que a todas luces deberían ser los únicos posibles autores del crimen.
Una víctima, doce sospechosos y una mente privilegiada en busca de la verdad.
Un caso famoso puso a prueba la extrema lucidez de Hércules Poirot en Egipto.
En esta conocida novela, publicada también con el título de «Muerte en el Nilo», Poirot realiza un viaje de placer por la deslumbrante tierra de los faraones.
Pero, como de costumbre, el crimen le sale al paso. En el barco a bordo del cual recorre el Nilo, alguien asesina a Linnet Ridgeway, la mujer más rica de Inglaterra, hermosa muchacha que se encontraba en plena luna de miel.
Resulta que en la embarcación han coincidido unas cuantas personas que tienen motivos para matar a Linnet.
Aunque la más sospechosa es Jacqueline de Bellefort, antigua novia del marido de Linnet y que, a impulso del despecho, se dedicaba a acosar a la pareja, persiguiéndola por todas partes.
Antes de que Poirot empiece a poner en orden sus ideas, nuevas víctimas van cayendo. El laberinto de la acción se hace tan apasionante que hasta Poirot parece incapaz de centrarse y desenmascarar al asesino.