Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos entró en una época de bonanza como no se había visto antes.

El estilo de vida americano se desplegó envuelto en un aura de felicidad e ingenuidad: se podían comprar hasta cien marcas de helados, la mayoría de los hogares disponían de televisores para ver a Roy Rogers, el vaquero cantarín, y la gente creía que tomarse dos o tres cócteles antes de cenar era saludable.

En una de esas prósperas ciudades estadounidenses nació Bill Bryson, que narra en estas fantásticas memorias sus primeros años llenos de entrañables e hilarantes estampas costumbristas, al mismo tiempo que disecciona la sociedad de todo un país.

Australia es el sexto país más grande del mundo y la isla más extensa.

Es la única isla que también es continente y el único continente que a su vez es un país. Es el más seco, árido, yermo y climáticamente agresivo de todos los continentes habitados y no obstante lleno de vida, gran proporción de ella bastante mortífera.

De hecho, hay allí más peligros inminentes que en ningún otro lugar.

Un país donde el gusano más peludo puede dejarte seco con su venenoso pinchazo, donde las conchas marinas no sólo pican sino que te persiguen, donde te expones a inesperadas picaduras y mordeduras mortales, donde puede zamparte un tiburón o unas irresistibles corrientes arrastrarte mar adentro.

— ¿Puede un solo libro convertirse en la perfecta introducción para adentrarse en disciplinas tan dispares como la astronomía, la geología, la física, la química y la biología?

— ¿Puede un trabajo de divulgación científica ofrecer razonamientos y datos precisos, y al mismo tiempo ser tremendamente entretenido?

— ¿Puede una única obra narrar la historia de los grandes descubrimientos de la ciencia y contarnos también divertidas anécdotas relacionadas con estos extraordinarios logros?

Con Una breve historia de casi todo, Bill Bryson nos propone un fascinante recorrido por la historia del universo que nos rodea y los conocimientos que nos han llevado a comprenderlo un poco mejor.

A Bill Bryson se le ocurrió un día la idea de que dedicamos mucho más tiempo a estudiar las batallas y las guerras de la historia que a reflexionar sobre aquello de lo que en realidad está hecha la historia: siglos de gente desarrollando con discreción sus tareas diarias, comiendo, durmiendo y tratando de vivir con más comodidades, y que la mayor parte de los principales descubrimientos de la humanidad se encuentran en la mismísima estructura de las casas que habitamos.

Esto fue lo que le inspiró a iniciar un viaje por su propia casa, una vieja rectoría de Nordfolk, y a pasear de habitación en habitación reflexionando sobre el origen de los objetos cotidianos de la vida.

After nearly two decades spent on British soil, Bill Bryson - bestselling author of The Mother Tongue and Made in America-decided to return to the United States.

"I had recently read," Bryson writes, "that 3.7 million Americans believed that they had been abducted by aliens at one time or another, so it was clear that my people needed me."

But before departing, he set out on a grand farewell tour of the green and kindly island that had so long been his home.

Veering from the ludicrous to the endearing and back again, Notes from a Small Island is a delightfully irreverent jaunt around the unparalleled floating nation that has produced zebra crossings, Shakespeare, Twiggie Winkie's Farm, and places with names like Farleigh Wallop and Titsey.

The result is an uproarious social commentary that conveys the true glory of Britain, from the satiric pen of an unapologetic Anglophile.

In Neither Here nor There he brings his unique brand of humour to bear on Europe as he shoulders his backpack, keeps a tight hold on his wallet, and journeys from Hammerfest, the northernmost town on the continent, to Istanbul on the cusp of Asia.

Fluent in, oh, at least one language, he retraces his travels as a student twenty years before.

Whether braving the homicidal motorists of Paris, being robbed by gypsies in Florence, attempting not to order tripe and eyeballs in a German restaurant or window-shopping in the sex shops of the Reeperbahn, Bryson takes in the sights, dissects the culture and illuminates each place and person with his hilariously caustic observations. He even goes to Liechtenstein.

After ten years in England, American writer Bill Bryson returned to the land of his youth, and drove almost 14,000 miles in search of a mythical small town called Amalgam, the kind of trim and sunny place where the films of his youth were set.

Instead, his search led him to Anywhere, USA; a lookalike strip of gas stations, motels and hamburger outlets populated by lookalike people with a penchant for synthetic fibres.

He discovered a continent that was doubly lost; lost to itself because blighted by greed, pollution, mobile homes and television; lost to him because he had become a stranger in his own land.

El verano de 1927 estuvo lleno de hazañas legendarias, villanos, inventos revolucionarios, catástrofes y decisiones trascendentales: Charles Lindbergh cruzó el Atlántico en avión por primera vez, Al Capone llegó al momento álgido de su poder, nacieron la televisión y el cine sonoro, el Misisipi causó la mayor inundación de la historia estadounidense y la Reserva Federal cometió el error que precipitaría la Gran Depresión.

En esos pocos meses, Estados Unidos y el mundo cambiarían para siempre.

Bill Bryson, célebre en todo el mundo por su Una breve historia de casi todo, aborda ahora un enigma mayúsculo: la personalidad de William Shakespeare. De Hamlet, Otelo, El rey Lear y Macbeth conocemos mucho, pero del ser humano que los concibió apenas sabemos nada.

Armado de un sano sentido común y de su admirado don comunicativo, Bryson examina datos, suposiciones y mitos para trazar una semblanza lo más precisa posible del dramaturgo y poeta de Stratford-upon-Avon.

Bryson evoca la Inglaterra isabelina, con el azote de la peste, su expansionismo imperialista, la emergente capital londinense y los usos y costumbres del mundo teatral. Y en este marco histórico, que depara sorpresas notables y proporciona un marco muy enriquecedor para el lector actual de Shakespeare, surge la figura del poeta.

Desde allí emprende un viaje épico-cómica con el deseo inicial de recuperar los parajes de sus vacaciones infantiles; más de treinta estados después, aquel recorrido nostálgico se ha convertido en un periplo simbólico en busca del pueblo americano prototípico, aquel donde Bing Crosby sería el párroco, James Stewart el alcalde, Fred Mac.

Murray el director del instituto y Mickey Rooney el chico de los recados.

El resultado es un libro de viajes no convencional, un hilarante y crítico retrato de la América menuda, la de las carreteras secundarias, las bandas de música, las banderas y las camareras con gafas en forma de mariposa.

Un país que ya no es el de sus recuerdos de niñez. Y es que la América esencial, esa entelequia que parecía dormir una siesta profunda y satisfecha, en realidad no existe.