La última novela de John Irving es una obra maestra que explora los temas del amor, la familia y la libertad. Es una historia conmovedora y poderosa que cautivará a los lectores de todas las edades.
Rachel Brewster, una joven esquiadora de eslalon, queda embarazada durante los campeonatos nacionales de Aspen en 1941. Rachel decide criarlo sola. Deja al pequeño Adam al cuidado de sus abuelos en New Hampshire, mientras ella se va a trabajar como monitora de esquí.
Adam crece en una familia poco convencional. Sus abuelos son liberales y abiertos, y no le inculcan ningún tipo de prejuicio. Adam también es testigo de la llegada del feminismo, el movimiento por los derechos civiles y la lucha contra la guerra de Vietnam.
A sus ochenta años, Adam decide regresar a Aspen en busca de su padre. Allí se encontrará con algunas personas que le ayudarán a descubrir la verdad sobre su pasado.
Esta novela es una historia sobre la búsqueda de la identidad, el amor y la familia. Es también un fresco de la historia de Estados Unidos durante el siglo XX.
La novela que hizo público a John Irving en el planeta entero.
En 1942, tras un episodio escandaloso, Jenny Fields, una joven bostoniana de buena familia, abandona la seguridad del hogar para ser enfermera y vivir su vida.
En circunstancias peculiares, concibe a un niño al que llama Garp, a secas.
Madre e hijo, se abren paso, sin más armas que su propia energía, en un mundo de hipocresía, inhibiciones y violencia.
Poco a poco, con los años, Jenny y Garp van diseñando su propio universo en medio de esa hostilidad inevitable en la que siempre acecha la sombra del Sapo Sumergido.
Lo van poblando de personajes excéntricos, cuyas historias estrafalarias van dando forma a ese mundo de Garp un poco desquiciado, pero en el que todos parecen convivir en cierto armónico equilibrio, en un sistema tribal que, al final, ha ocupado por completo el lugar del antiguo hogar de Jenny.
El mundo según Garp es, de hecho, el mundo tal como lo conocemos.
LEER MÁSLa única diferencia, es que Garp, que es escritor, se arriesga con humor allí donde nosotros, menos curiosos, nos inhibimos.
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