Bastante se ha escrito sobre el nazismo, pero escasas fueron las novelas que han osado traspasar en la consciencia de un nazi.
En realidad, también podría no haber escrito. Bien pensado, no es una obligación. Desde que se acabó la guerra, he sido un hombre discreto; gracias a Dios, nunca he necesitado, como mis ex colegas, escribir mis Memorias para justificarme, porque no tengo nada que justificar; ni tampoco con intenciones lucrativas, porque me gano la vida bastante bien con lo que hago.
No estoy arrepentido de nada; hice el trabajo que tenía que hacer, y ya está; en cuanto a mis asuntos familiares, que a lo mejor cuento también, solo me importan a mí y, en lo que refiere a lo demás, hacia el final, es muy posible que me haya excedido, pero es que estaba ya un tanto fuera de mis casillas, flaqueaba y, encima, a mi alrededor el mundo entero se venía abajo; admitid que no fui el único que perdió la cabeza.
LEER MÁSPese a mis fallos, que han sido muchos, no he dejado de ser de esos que opinan que las únicas cosas indispensables para la existencia humana son respirar, comer, beber, defecar y buscar la verdad. El resto es facultativo.
Jonathan Littell nació en Nueva York en 1967, de madre francesa. Vive en Barcelona y Las benévolas, su primera obra literaria, le ha valido el Premio Goncourt y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.
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