La leyenda comunica el amanecer de un nuevo sol sobre el reino de Isla, el mismo reino de El Ciervo Blanco. Y frente el desenlace de una era dominada por la opresión y la avaricia de los soberanos, el destino une con lazos de sangre la vida de dos adolescentes que, juntos, conocerán el mal y la guerra, el cariño y la promesa. De su valor va a depender el futuro de Isla.
Alan es el heredero de la casa de Laureoc, uno de los señoríos más influyentes de la isla, sobre cuya estirpe ha caído la ira de la corona. Hal es el príncipe del trono de Isla, por cuyas venas late la sangre de los elfos y a quien su padre persigue y tortura.
Ambos jóvenes, nacidos el mismo día y unidos por la leyenda, luchan por liberar a su pueblo de la opresión y la miseria, el primero con el corazón y el segundo con la fuerza.
El Ciervo Blanco se podría calificar como una de las novelas más brillantes que vió la fantasía a raíz del triunfo de El Señor de los Anillos, y de hecho, la obra de Nancy Springer tiene una deuda patente con Tolkien. Pero decir eso sería negarle su historia propia, su subyugante poesía y el asombroso realismo de sus individuos. Y sería además negarle su más grande mérito: Nancy Springer recopila el afán de investigar la naturaleza dual del hombre, la escenificación de su pelea interior para la que la fantasía demostró ser el instrumento correcto, y lo transporta más allá de la consabida división entre el bien y el mal.
Hace mucho, mucho tiempo, tanto que el hechizo del Principio imperaba todavía, existía un pequeño país llamado Isla. Bien podría haber sido el mundo entero para quienes lo habitaban; vastos océanos la rodeaban igual que el espeso Bosque rodeaba a cada aldea.
Más allá del Bosque, en la Desolación, las Ciénagas o las Marcas montañosas del mar, caminaban aún los Antiguos; y dioses, fantasmas y todos los moradores de las colinas huecas no eran extraños al umbrío entramado más allá de las puertas del castillo.
Fue en esos tiempos cuando se dio comienzo al Libro de los Soles, aunque los Reyes del Sol lo conocieran sólo vagamente, y un destino que venía de lejos empezó a cumplirse cuando una dama bella como la luz del sol amó al Rey de la Luna en Laureroc.