¿Será posible poder olvidar el pasado y los rencores, o su matrimonio va a ser una tormenta recurrente?
La segunda parte de matices del alma.
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Lady Celestine Davies no puede creer que sus planes estén a punto de arruinarse así . Ha estado esperando mucho tiempo para poder casarse con el amor de su vida, y ahora todo se va a arruinar solo porque su padre no puede soportar más su presencia. No debería sorprenderle que la haya involucrado en un compromiso matrimonial sin su autorización, pero no puede creer que sea tan poco compasivo como para elegir al hombre con el peor carácter de Inglaterra.
Sin embargo, no está dispuesta a permitir tal unión, y hará lo que sea necesario para poder estar con su verdadero amor.
LEER MÁSMarcus Relish, conde de Rogarth, no tenía el matrimonio entre sus planes cercanos, por lo que no se tomó bien que un duque arrogante se valiera del chantaje para imponerle uno.Era un precio demasiado alto para salvarle el pellejo a un hombre que lo desprecia, y, sin embargo, están en juego más cosas que el bienestar de su padre como para rechazar la imposición, a pesar de que lo que menos necesita es un cielo andante como esposa que, además, le va a dar más problemas de los imaginados.
Luego de una agotadora persecución y un más agotador regreso que pareció interminable, Rogarth se verá con sentimientos nuevos y poco manejables.
¿Podrá el cariño y el amor sobrepasar las trabas sociales y arriesgarse a vivir bajo el alboroto? ¿O, al opuesto, sucumbirá al peso de las malas decisiones?
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Una pasión inapropiada
Lady Scarlett Davies es un enigma para la sociedad londinense, siempre viste de rojo, y poco le interesa que se rumoree que mató a su esposo o que tiene un pacto con el diablo. Ella siempre vestirá de rojo porque es la promesa a la que está sometida. Lo que no se imagina es que la vida que ha decidido llevar empezará a complicarse, porque incluso la libertad tiene un precio y, a veces, es el amor.
Dereck Birch sabe lo que la buena sociedad espera de él y,sin duda, no es andar tras las faldas de una dama escandalosa. Sin embargo, lady Scarlett lo obsesiona, y está convencido de que no podrá quitársela de la cabeza hasta que no apague el fuego que ella le provoca. Lamentablemente, poco se imagina el correcto conde que aquello que lo consumen no se puede evaporar.