Señores del mundo https://epub.gratis Wed, 05 May 2021 17:26:39 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.4.2 https://epub.gratis/wp-content/uploads/2022/03/cropped-epubgratis-icono-32x32.png Señores del mundo https://epub.gratis 32 32 Señores del mundo https://epub.gratis/book/senores-del-mundo/ https://epub.gratis/book/senores-del-mundo/#respond Mon, 01 Mar 2021 14:10:03 +0000 https://epub.gratis/?post_type=mbdb_book&p=3525
Señores del mundo
Parte de la serie Señores del mundo series:
Ediciones:eBook
ISBN: 198073206X
Páginas: 524

Desde hace tiempo, los reyes de Kynán fueron los más fuertes y poderosos de todo el mundo. Por otro lado, la desaparición del anciano rey Belcentes, tras extenso y próspero reinado, desencadenará todas las rivalidades latentes, ocasionando una guerra que amenazará la presencia misma del reino.

Sinopsis:

Aún el cielo estaba oscuro, a excepción de una mínima franja al oriente, que anunciaba el cercano amanecer. La amplia llanura apenas se podía distinguir a la tenue luz. El imponente silencio sólo se rompía por los graznidos de los buitres que poco a poco, iban llegando cada vez en mayor número, atraídos por los numerosos cadáveres. Pronto, las hienas y otras bestias carroñeras se unirían al festín.

Apenas unas horas antes, esa misma llanura silenciosa se encontraba sumida en el fragor de la batalla. Lentamente, la luz del día desplazaba a la oscuridad. El día se anunciaba claro y luminoso. Mirando el cielo, sería difícil adivinar que unas horas antes, el lugar estaba dominado por la espesa polvareda que levantaban los cascos de cientos de caballos y los pies de miles de hombres, y el aire lleno del hedor que producían el sudor y la sangre al mezclarse. Todo era quietud ahora, y las voces de los hombres habían sido sustituidas por las de las bestias.

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A través de la leve bruma del amanecer, tres figuras a caballo se movían como espectros entre tantos muertos. Los tres lucían cabellera rojiza y poblada barba. El mayor, que iba delante, mostraba ya algunos cabellos grises. Su porte era magnífico a pesar de su gesto de evidente pesadumbre ante el espectáculo que se mostraba ante él. Su casco y coraza dorados con elaborados grabados, así como la riqueza de los arreos de su caballo, ponían bien de manifiesto que se trataba de un rey.

Detrás de él, cabalgaban a la par dos jóvenes que guardaban entre sí tal parecido, que muy bien podrían ser hermanos, aunque uno de ellos, un verdadero coloso, era mucho más corpulento que el otro. Sus armaduras y arreos no desmerecían a las del rey que les precedía, y sus semblantes reflejaban la misma pesadumbre.

El rey pronto daría la orden para que los cadáveres de sus hombres fuesen recogidos para ser honrados como merecían. Las lágrimas pugnaban por salir de sus ojos del color del mar. Tantos valerosos jóvenes, tantas vidas una vez más desperdiciadas. En última instancia, su ejército había ganado la batalla, impidiendo el avance de los enemigos, pero a qué altísimo precio. En el fondo de su corazón sabía que ésta tampoco había sido la batalla definitiva. Los ejércitos se replegarían, cada bando procuraría rearmarse y nutrirse de nuevos hombres, y todo volvería a empezar. Cada vez más a menudo se preguntaba si había merecido la pena tanta sangre derramada. Pero estaba atrapado en esta guerra que duraba ya diez años y cuyo fin nadie adivinaba. Había obtenido una nueva victoria, sí. Pero el día que amanecía no sería de gloria, sino de luto

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El Príncipe Anunciado https://epub.gratis/book/el-principe-anunciado/ https://epub.gratis/book/el-principe-anunciado/#respond Mon, 01 Mar 2021 14:00:20 +0000 https://epub.gratis/?post_type=mbdb_book&p=3520
El Príncipe Anunciado
Parte de la serie Señores del mundo series:
Ediciones:eBook
ISBN: B07T89C2TG
Páginas: 349

Segundo libro de la saga “Señores Del Mundo”. Las luchas siguen confrontando a las familias. De forma simultanea, las profecías empiezan a cumplirse.

Sinopsis:

Se tomó un momento para contemplar la espléndida ciudad iluminada por el sol de la mañana. Ayusha ofrecía un espectáculo magnífico desde la cubierta del pequeño barco. También aprovechó para disfrutar sus últimos momentos de verdadera libertad quién sabe hasta cuándo. No se le escapaba la ironía de la situación. Él, que no hacía tanto tiempo viajaba a bordo de lujosos navíos más adecuados a su elevado rango, llegaba ahora hasta el bullicioso puerto de la capital de Esterria a bordo de un humilde barquito que transportaba un cargamento del preciado vino de Midum.

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Y eran sus últimos momentos de libertad porque en cuanto pisara tierra recuperaría su verdadera identidad muy a su pesar. Cuánto le gustaría poder seguir siendo Khumi. No pudo evitar sonreír como siempre que pensaba o pronunciaba esa palabra. Ése era el apodo que le pusiera su querida nodriza loggi. Se supone que en su lengua significaba “inquieto” o “travieso”, lo que cuadraba muy bien con su personalidad. Aquella mujer había sido la nodriza de los tres hijos de Domusal Damoy y su esposa Kai, pero Enekhal se sentía muy orgulloso de haber sido con mucho el favorito de Cerala. Incluso a pesar de que la mujer pasase mucho más tiempo con Nusi por ser chica. A Enekhal no le avergonzaba seguir visitándola cuando ya era un muchachito que recibía entrenamiento militar junto a su hermano mayor, igual que tampoco le avergonzaba haber usado ese apodo infantil durante los últimos meses, casi un año, desde que dejó el reino de Narvaly.

No le importó la opinión de los demás, ni sus burlas por lo tonto del nombre. Ese nombre le había dado una libertad que jamás había conocido y que, con toda seguridad, iba a echar de menos. Pero ya no podía seguir con su despreocupada vida de los últimos meses. Las cosas habían cambiado, y aún cambiarían más.

Cuando salió de Narvaly no tenía nada previsto, tal y como le dijo a Zodrim. Se dirigió a Midum porque le pareció un lugar suficientemente seguro para pasar el tiempo de su destierro. Desde que Zodrim accedió al trono, se concentró en la recuperación de su propio reino tan golpeado por la plaga y la invasión de Menetir, mientras dejaba a un lado todo lo relativo a Midum. La verdad es que ese reino que su hermano Netyk tan caprichosamente se había empeñado en conquistar, para ella era un dolor de cabeza más que otra cosa. Encargó el gobierno a nobles de su confianza, e intentó desentenderse. No era fácil, pues el débil gobierno hizo renacer las antiguas aspiraciones de los rebeldes Sum y otros grupos. Midum era un reino bastante caótico, lo que a Enekhal le convenía mucho para ocultarse.

No tenía planes definidos. Le vino la idea de camuflarse como una inspiración. Por eso decidió usar su apodo de niño. Para no tener que dar demasiadas explicaciones a nadie, abandonó su imagen inconfundible de príncipe valate. Se afeitó su rubia barba al estilo de lo que hacían los hombres de otras naciones. También se recortó los largos cabellos, y adoptó la vestimenta popular de las gentes de Midum. Por sus dorados bucles, ojos azules y piel clara, la gente siempre suponía que era extranjero, pero él se cuidó mucho de no revelar su exacta procedencia. Durante su periodo como gobernador de Midum, había perfeccionado bastante su conocimiento de la lengua midummita, y era la única que utilizaba.

Como era hábil e ingenioso, no le costaba encontrar trabajos de lo más variado. Cuando en algún lugar la gente comenzaba a hacer demasiadas preguntas sobre su origen o identidad, simplemente cambiaba de lugar. A propósito, decidió no vivir en la capital, pues allí podría haber quien le reconociera de su época de gobernador, incluso tras su cambio de aspecto. Enekhal había disfrutado de verdad ese periodo de vida tan aventurera. Le había permitido aprender infinidad de cosas y vivir mil experiencias, lo que siendo un príncipe nunca le habría sido posible. Al final iba a tener que agradecerle a su tío Andamar haberle desterrado de Kynán, destierro del que aún le restaban 16 años.

Pero, para su desgracia, su primo Naadur había reconquistado Midum, y él ya no estaba seguro allí. Su tío el rey Andamar le había permitido vivir en Narvaly mientras cumpliera los términos de los tratados de Ayusha. Pero Narvaly era un reino independiente. habría estado seguro allí si no cruzaba la frontera de Kynán, cosa que había hecho, si bien involuntariamente, pues tras la reconquista de Naadur, Midum era ahora de nuevo parte del reino de Kynán. Por eso, él tenía que huir, y esta vez, sí eligió deliberadamente a dónde ir. Durante su estancia en nombre de su padre en Esterria, y después, durante la conferencia de paz, había hecho buena amistad con la corte del país. Incluso el reticente Tessino acabó por mostrarse amistoso con él. Solicitaría asilo en Ayusha. Desde luego, había lugares mucho peores en los que exiliarse.

Al mismo tiempo que Enekhal arribaba al puerto de Ayusha, el victorioso ejército de Naadur el Intrépido avistaba por fin las murallas de Taros. Qué diferente había sido su marcha de regreso de Midum a la que hicieran unos meses antes en sentido contrario. Las noticias de la brillante reconquista de Midum por parte del príncipe habían viajado veloces por todo el reino, y allá por dónde pasaban los señores grandes o pequeños los salían al encuentro para invitarles a sus heredades o castillos, ofreciéndoles toda clase de agasajos. De pronto, parecía que las terribles huellas de diez años de guerra y de la plaga habían desaparecido. Los campesinos que poco antes huían de sus campos salían ahora al borde de los caminos a saludar y vitorear al valiente y apuesto príncipe Naadur por su triunfo.

Naadur estaba encantado. Disfrutaba como un niño de todos aquellos halagos y homenajes. Por supuesto, como era habitual en él, Yaluc veía más allá de la música y el oropel. No podía olvidar el daño que las leyes de Andamar estaban haciendo a sus amados loggi. Se preguntaba qué estaría planeando Agón. No habían tardado en darse cuenta tras la marcha de aquel grupo, de la disminución en el número de armas. Naadur no había querido hacer nada al respecto entonces, pues su objetivo principal era recuperar Midum, para lo que necesitaba contar con la sorpresa. Pero ahora Yaluc temía el castigo que su amigo, como general, fuera a imponer a los desertores. Sin embargo, incluso él acabó por dejarse llevar por la contagiosa alegría de Naadur. Ya habría tiempo para preocuparse.

Como ya tenían las murallas de Taros a la vista, todos querían acelerar la marcha, deseando llegar ya junto a sus familias, o a sus cuarteles a descansar. Naadur estaba tan impaciente como los demás. Pero no había forma humana de que pudiesen alcanzar la ciudad antes de la puesta de sol. De ninguna manera podían entrar en la capital del reino de noche, como vulgares viajeros. De modo que ordenó acampar. Apenas llevaban una hora instalando el campamento, cuando vieron acercarse a un jinete procedente de la ciudad. Era un heraldo del rey y los guardias le condujeron hasta donde se encontraba Naadur.

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El destino de los reinos https://epub.gratis/book/el-destino-de-los-reinos/ https://epub.gratis/book/el-destino-de-los-reinos/#respond Mon, 01 Mar 2021 13:54:00 +0000 https://epub.gratis/?post_type=mbdb_book&p=3515
El destino de los reinos
Parte de la serie Señores del mundo series:
Ediciones:eBook
ISBN: B08G4WV16D
Páginas: 294

En esta tercera entrega de la serie SEÑORES DEL MUNDO, Yaluc regresa después de su aventura al otro lado de Las Montañas Blancas

Sinopsis:

El viento del norte sopla frío e inclemente, trayendo densas nubes que van cubriendo toda la ciudad desde el mar. El invierno ya se despliega en toda su fuerza. Aunque al rey que se asoma a la galería no le hace falta ver las nubes amenazadoras de lluvia, quizá incluso nieve, para llegar a esa conclusión. Él sólo necesita prestar atención a sus huesos que cada vez se quejan más dolorosamente de la humedad y el frío.

Si Andamar tenía hasta entonces motivos para sentirse abatido tras su regreso a Taros después de los desdichados acontecimientos del año anterior en Shimma, ahora se habían unido muchas más razones para su tristeza.

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El alivio que supuso romper el cerco sobre la capital de Midum, permitiendo a Naadur acudir de regreso a Kynán en auxilio de Yaluc, se había tornado en una nueva desgracia, la peor de todas. Porque el príncipe heredero no sólo no había podido rescatar a su hermano, sino que yacía malherido tras un nuevo enfrentamiento contra Menetir lejos de Taros, incluso fuera del reino.

Estar tan lejos de su hijo hace el sufrimiento de Andamar más intenso. Su primer impulso al enterarse de que Naadur había resultado gravemente herido fue acudir a su lado. Pero muy a su pesar, ha tenido que escuchar las advertencias de sus consejeros, y muy especialmente de su madre, para no moverse del Palacio de Las Nubes. Muerto el pequeño Sikander, desaparecido, y probablemente muerto también Yaluc, y herido Naadur, el trono de Kynán está más en peligro que nunca. No es pues prudente que el rey se ausente del reino. Ahora que él ha sido incluso coronado Señor del Mundo, es cuando su situación se muestra más precaria.

Todos los días acude al amanecer al templo de Nin para acompañar las plegarias de los sacerdotes, y luego puntualmente ofrece un sacrificio al dios para que permita vivir a Naadur. Porque si su único hijo muere todo el esfuerzo realizado hasta entonces no habrá valido para nada. Toda la sangre y las muertes de esta interminable guerra serían inútiles. Él tendría que volver a empezar. Construir todo de nuevo. Sabe que es su deber. Que su madre no dudaría ni un momento en exigírselo.

Pero Andamar nunca se ha sentido tan falto de energía como ahora. Y no es sólo por su cada vez más débil salud. Quizá haya llegado el momento de desistir. Darse por vencido. A lo mejor él nunca debería haber sido rey, después de todo, y debía entregar el trono a su sobrino. Esos pensamientos, claro está, implican la más alta traición a su deber como rey. Por eso suplica al dios, y ha enviado órdenes específicas a todos los templos de todos sus reinos y señoríos para que hagan lo mismo.

¿Y cómo se ha llegado a esta situación? Andamar medita sobre los últimos acontecimientos mientras las primeras gotas gélidas le resbalan ya por la cara. De momento no se mueve. Permanece como una estatua mirando hacia el lejano y desconocido horizonte del norte.

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